Greenpeace y la Universidad Nacional de Incheon han publicado un informe que concluye que el 90% de las marcas de sal muestreadas a nivel mundial contienen microplásticos
En España, un informe de investigadores de la Universidad de Alicante concluía el año pasado que las sales extraídas de todas las salinas analizadas en nuestro país contenían plástico en diferentes concentraciones
Cada español/a, con un consumo medio recomendado por la OMS de 5 gramos de sal al día, estaría comiendo cada año 510 micropartículas plásticas
En Asia, la concentración de microplásticos en la sal es la mayor del mundo, llegando cada persona a poder ingerir 2.000 microplásticos al año
Más del 90% de las marcas de sal muestreadas a nivel mundial contienen microplásticos. Ese es el alarmante dato extraído de un estudio elaborado entre el profesor Kim Seung-Kyu, de la Universidad Nacional de Incheon (Corea del Sur), y Greenpeace en Asia Oriental .
El estudio, que ha sido publicado en la revista científica Environmental Science & Technology, ha analizado 39 marcas de sal a nivel mundial, y muestra que la contaminación por plástico es mayor en la sal marina, seguida por la sal de lago y finalmente la sal de roca. Solo tres de las sales estudiadas no contenían partículas microplásticas en las muestras recogidas.
“Estudios recientes han encontrado plásticos en mariscos, vida silvestre, agua del grifo y ahora en la sal. Está claro que no hay escapatoria a esta crisis de los plásticos, especialmente a medida que continúa filtrándose en nuestras vías fluviales y océanos “, ha declarado Julio Barea responsable de campaña de Greenpeace España. “Necesitamos detener la contaminación plástica en su origen. Para la salud de las personas y nuestro entorno, es fundamental que las empresas reduzcan su dependencia de los plásticos desechables de inmediato“, ha añadido.
El estudio destaca a Asia como un punto caliente para la contaminación plástica mundial, lo que significa que el ecosistema y la salud humana en los mares marginales asiáticos podrían estar en mayor riesgo debido a la grave contaminación por microplásticos marítimos. En una muestra de sal marina de Indonesia, los investigadores encontraron las mayores cantidades de microplásticos. Se considera que el país es el segundo peor emisor de plástico en los océanos del mundo.
Suponiendo una ingesta de 10 gramos por día de sal (la Organización Mundial de la Salud-OMS recomienda 5 gramos al día), el consumidor adulto promedio podría ingerir allí aproximadamente 2.000 microplásticos cada año solo a través de la sal, según el estudio.
“Los hallazgos sugieren que la ingestión humana de microplásticos a través de productos marinos está fuertemente relacionada con el consumo de plástico en una región determinada“, dijo el profesor Kim, Seung-Kyu, autor del estudio. “Para limitar nuestra exposición a los microplásticos, se requieren medidas preventivas, como controlar el vertido al medio ambiente de plásticos mal gestionados y, lo que es más importante, reducir los residuos plásticos“, agregó.
El año pasado, investigadores de la Universidad de Alicante publicaron un estudio de las sales producidas por salinas españolas y concluía que todas las sales estudiadascontienen plástico en diferentes concentraciones, que van de 60 a 280 micropartículas por kilo de sal, en su mayoría tereftalato de polietileno (PET 83,3 % del total), polipropileno (PP 6,7 %) y polietileno (PE 3,3 %). Del resultado del informe -elaborado con salinas analizadas en Galicia, Huelva y Cádiz (en el Atlántico), Barcelona, Girona, Valencia, Murcia y Menorca (en el Mediterráneo) y La Palma y Lanzarote (en Canarias)– se desprende que, con una ingesta de sal de 5 gramos diarios (recomendación de la OMS, pero que es ampliamente rebasada también en España), una persona comería cada año 510 micropartículas plásticas en España (5).Cantidad a la que habría que sumar cientos de otras micropartículas, procedentes de otros alimentos marinos.
Para la producción de sal, las salinas costeras emplean una técnica antigua basada en tomar agua de mar, que embalsan en espacios poco profundos, y dejar que el sol y el viento hagan el trabajo restante, evaporando el agua y permitiendo que la sal cristalice.