INCUNA, Asociación de Patrimonio Industrial, presenta al Principado de Asturias la solicitud para la declaración de la “Cultura del Azabache” como Bien de Interés Cultural de carácter Inmaterial.
• La azabachería con sus oficios, elementos artísticos, minería, cofradías e importancia comercial y económica, han estado presentes en Asturias a lo largo de toda la historia, convirtiéndose en una de las artesanías más relevantes de la región.
• Destaca su especial relevancia y vinculación con el Camino de Santiago, que la convierten en un patrimonio no solo regional, sino de interés universal.
• Incluye tradiciones heredadas del pasado, así como usos rurales y urbanos contemporáneos de diversos grupos culturales.
El azabache se formó en Asturias en el periodo Jurásico Superior, hace más de 140 millones de años, albergando nuestra región el yacimiento de mayor calidad de Europa que sostuvo, junto al de Yokshire en Inglaterra, la artesanía e industria azabachera del continente desde la prehistoria.
Esta piedra semi-preciosa y escasa, cuya extracción se concentró en Villaviciosa, entre las playas de la Ñora y Tazones, se ha empleado durante milenios para la elaboración de artesanía y joyería de gran valor artístico y cultural, donde Asturias ha tenido un papel protagonista como centro productor.
Apreciado también por su uso medicinal y mágico, en el que “La Cigua” se erige como el principal amuleto astur, su empleo en la prehistoria no se circunscribe solo a nuestra región, sino a lugares como Galicia, País Vasco y Navarra, lo que ayuda a demostrar la existencia de fuertes intercambios comerciales y culturales desde épocas ancestrales.
Su uso ornamental y religioso prosiguió durante la cultura castreña, la romanización y el medievo, por lo que son muchos los museos arqueológicos españoles donde se pueden admirar muestras artísticas de la artesanía azabachera.
La primera explotación integral de las minas de Asturias se produce en la Edad Media, para satisfacer la enorme demanda originada por el Camino de Santiago. Se vendieron miles de piezas pequeñas como recuerdos de la peregrinación: insignias, rosarios, vieiras, lunas, tréboles; también en grandes formatos: esculturas de Santiago peregrino, santos, cruces de altar, etc… que se adquirían en Compostela. La mayor producción se sitúa a mediados del s. XIV y existe constancia documental del alquiler de una mina de azabache en Asturias en 1437. La demanda decae a mediados del s. XVII cuando la peregrinación jacobea entra en recesión debido a la Reforma Protestante y la intensificación de los viajes a América.
Durante estos tres siglos se explotaron en Asturias 50 pequeñas minas que empleaban de media entre 20 y 30 mineros cada una. La comarca de Villaviciosa llegó a tener más de 100 azabacheros, asistidos por 200 mujeres y niños que pulían, abrillantaban y ensartaban las cuentas.
En el s. XVIII merma la producción, pasando a solo 4 minas, pero aún se contabilizan entre Villaviciosa y Gijón 150 azabacheros a tiempo parcial, como complemento a su economía de subsistencia.
En el s. XIX resurge la minería industrial moderna ante la creciente demanda inglesa debido a la importancia del azabache como complemento de la moda femenina. Guillermo Schultz y Máximo Fuertes Acevedo trataron específicamente en sus estudios la singularidad del azabache asturiano, su geología y los problemas de este tipo de minería.
Tras la guerra civil la explotación se limitó a la realizada por Tomás Noval Barredo hasta 1994, heredero de dos cotos mineros que suministró, en la medida de sus posibilidades, material a tres azabacheros asturianos y algunos artesanos gallegos.
La solicitud de INCUNA a la Consejería de Cultura del Principado de Asturias para iniciar el expediente de Declaración BIC, se fundamenta en la presencia de la “Cultura del Azabache” como bien tradicional asturiano, contemporáneo y vivo; su integración con otros lugares de España y Europa; su carácter representativo en nuestra región; sus raíces en la comunidad con artesanos y mineros que la salvaguardan y transmiten; y su vinculación singular con el Camino de Santiago, que ha sido fundamental para mantener su propia existencia durante siglos.