Por Manuel García Linares.-Las venas acuíferas de las montañas occidentales, preñadas de oro envuelto en cuarzos, vierten, durante los inviernos, las rocas arrancadas por las torrenteras, hasta el cauce de los ríos de estas comarcas, encargándose, las aguas, con los
cantos rodados, de triturar el cuarzo, laminando el oro en pequeñas partículas o pepitas, también en oro polvo, que se va acumulando en los remansos, posando, por su alto peso específico, en el seno de los cauces; algunas de las piedras con unas vetas o pepitas de mayor tamaño, se libran de ser laminadas al quedar metidas en oquedades salvándose de ser laminadas; estas son las que cualquier “pescador de oro”, como los denominan los italianos, sueñan con encontrar. Y todo así desde el principio de los tiempos.
La Cabuerna, Bárcena, Yerbo, Rellanos, Veiga, Navelgas, Naraval, son
lugares, donde los ríos, en estos meses del estio, conservan el caudal ideal para el
bateo de oro y que gracias a la continuada labor de la Asociación de Buscadores de
Oro “ Enrique Sanfiz “, herederos de una tradición de la que fué, maestro, Eustaquio
el de Cenera con Enrique Sanfiz, se van visitando, desde hace trece años, para
practicar entre las cristalinas aguas de estos santuarios auríferos, el lavado de
arenas preñadas del preciado metal que aporta un brillo de esperanza en el futuro.
Esta convocatoria ha sido especialmente fructífera, llevándose todos los
asistentes varios puntos de oro en un par de horas de bateo que les ha dejado un
recuerdo imborrable. Al igual que hay gentes que se creen que la leche sale del
tetrabrik, otros se creen que el oro, se “fabrica” en las joyerías por eso, tanto a niños
como a mayores, se les transforma la cara cuando descubren que lo tenemos, como
todo en nuestra naturaleza, al alcance de la mano. Un remanso, tras un banzado
que aún alimenta un molino rehabilitado, ha sido el marco del relax de esta jornada.
Luis Sanfiz, con estas jornadas le ha dado un sentido a nuestro bateo, al igual que lo hemos conocido en Australia, Japón, Finlandia o Sudáfrica, por mencionar algunos de los lugares que visitaron los equipos de bateadores españoles; un sentido de terapia, que durante años vienen utilizando los de Centro Reto y que en todos los países lo aplican para buscar el Zen que demanda nuestra estresada sociedad, estos son unos primeros pasos para obtener del bateo un complemento activo para salir de la crisis. En los campeonatos de bateo el oro se coloca
artificialmente y siendo el mismo tipo de bateo, aquí lo que cuenta es la habilidad y la vista, pero el bateo, en el río, es el encontrar el oro en su ambiente natural, porque nuestra naturaleza, al igual que nos da las plantas y los frutos, la fauna y la pesca, también nos aporta los minerales, y entre estos, el rey, es el preciado y dorado metal que ha cautivado a los humanos desde el principio de los tiempos.
Tras el bateo, los asistentes en número de unas cien personas, procedentes
de diversos lugares de nuestra geografía, muchos de ellos asistieron a una comida
de hermandad en torno al oro y a su cultura, algunos aprovecharon para visitar dos
joyas de nuestro románico, los monasterios de Obona y Barcena y para finalizar la
jornada, se llegaron a la sala de conferencias del Museo del Oro de Asturias, en
Navelgas, en donde, los que pudieron entrar, disfrutaron de unas amenas charlas a
cargo de Emilio Pérez, sobre la “ sobre el Retablo de Calleras”, y de José Luis
Pérez, sobre “Las aguas en el Cuarto de los Valles”. Una fructífera jornada
acompañada de una grata temperatura en plena naturaleza, mientras nuestro
equipo nacional nos representaba en el Campeonato del Mundo de bateo en
Eslovaquia.
Estas jornadas son una muestra de lo mucho que se puede hacer en las
comarca rurales con amor a las tradiciones que nos han llegado por relatos o
vividas, la familia Sanfiz sigue el ejemplo de su padre Enrique y de Eustaquio el de
Cenera haciéndoles un homenaje con el mantenimiento de la tradición que, a su vez
quieren transmitir a los demás. Buscar el oro en el río es descubrir lo que la
naturaleza nos brinda