La construcción de una autopista hace que las poblaciones de avutarda común, una especie mundialmente amenazada, busquen otros hábitats. Un estudio del Museo Nacional de Ciencias Naturales revela que el número de estas aves se redujo a la mitad en una banda de dos kilómetros en torno a una carretera madrileña.
El impacto de las carreteras en la biodiversidad es crucial, hasta el punto de que se ha creado una nueva disciplina científica denominada 'ecología de carreteras'. Investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) han estudiado estos efectos sobre las poblaciones de avutarda común, Otis tarda, una de las aves voladoras más pesadas, que habita en áreas cerealistas y otros ambientes esteparios.
El efecto negativo sobre la población no es inmediato, sino progresivo e irreversible
Aunque el impacto de la autopista sobre las avutardas parece modularse a lo largo del año en función de los requerimientos de su ciclo biológico, el estudio revela que las aves se alejan de este tipo de infraestructuras. El efecto negativo sobre la población no es inmediato, sino progresivo, y no es reversible.
Se seleccionó un tramo de 34 km de autopista, próximo a la ciudad de Madrid, para estudiar el comportamiento de la avutarda en un área en la que se han recopilado datos demográficos y de distribución espacial a lo largo de 13 años, que incluyen las fases antes, durante y después de la construcción de la autopista.
“Gracias al estudio de cada una de las fases en las zonas próximas y alejadas de la carretera pudimos comprobar que desde el inicio de la construcción y durante la fase de funcionamiento las avutardas evitaron las zonas próximas a la autopista hasta unos 560-750 metros” nos comenta Aurora Torres, que realiza su tesis doctoral en el MNCN.
No se acercan a menos de 1.300 metros
“Los grupos familiares, constituidos por hembras con sus pollos, son más vulnerables y desde que la autopista entró en funcionamiento la probabilidad de encontrarlos a menos de 1.300 metros es baja”. Otro efecto registrado es la reducción progresiva en seis años del número de avutardas hasta llegar al 50% de las aves presentes en una banda de 2.000 metros en torno a la carretera.
Este descenso de la población no se atribuyó ni a una disminución de la productividad ni a la mortalidad por colisión, sino más bien a un desplazamiento de las avutardas a otras zonas con menos molestias y en las que había otros bandos.
Aproximadamente dos tercios de la población mundial de avutardas se encuentran en España. Las aves esteparias, entre las que se incluye, son el grupo de aves más amenazado de Europa, hasta el punto de que 83% de sus especies cuenta con un estado de conservación desfavorable. Llegar a entender cómo responden a la construcción de carreteras puede facilitar las decisiones sobre su estrategia de conservación.
El trabajo se enmarca en un amplio estudio sobre los impactos humanos en las aves esteparias que dirige el investigador Juan Carlos Alonso del MNCN del CSIC y en el que han participado investigadores del museo y de la Universidad Autónoma de Madrid. Será publicado próximamente en Biological Conservation