Preciado, con la corbata negra en recuerdo a su padre y con el corazón todavía encogido, recorrió en la sala de prensa de El Molinón el mundo de las mil sensaciones que estos días se le cruzan del corazón al cerebro y viceversa. Son las que le dejan los acontecimientos de su propia vida ("no es que sea fuerte, es que tengo que mirar hacia adelante, tanto por lo que tengo detrás como al lado"), la de su carrera profesional ("no echo cuentas por la permanencia, sólo pienso que estamos en el casi y que el domingo tenemos otro partido en el campo del Levante, al que iremos con la intención de ganar"), las de los afectos de la afición ("no sé si alguna vez podré devolver tanto cariño") y las de unos jugadores ante los que se quita el sombrero ("nunca he conocido un equipo más comprometido, en algo que veo desde que llegué, desde cuando en la primera temporada hasta tuvimos problemas de permanencia").
Habla con veneración de padre cuando se refiere a sus jugadores, "que se vacían, que lo dan todo, que acaban reventados...". Entiende que "estamos haciendo una segunda vuelta inmaculada, especialmente en casa". Iba más allá: "Pero si ves jugar a los centrales y parecen de la selección... y así todos los demás".
De encuentro en sí señaló que "era muy importante" y añade que "teníamos que ganarlo sí o sí". Explicaba que "en casa estamos muy fuertes" y aunque se niega a decir que la permanencia está ahí, reconoce que "hemos dado una gran zancada".
Pochettino, por su parte, lamentaba la derrota, "porque no la merecimos". Dice que "llevamos el peso del partido, pero nos faltó la definición, lo que precisamente tuvo el Sporting en una jugada