Oviedo.-El salón de plenos del Ayuntamiento ha acogido esta tarde el acto de nombramiento como Hijo Predilecto, a título póstumo, al poeta ovetense Ángel González. Además de la Corporación municipal, encabezada por el Alcalde, también han asistido Susana Rivera, viuda de Ángel González y María Payeras, catedrática de Filología y encargada de glosar su figura, además de autoridades y amigos del poeta. El acto ha comenzado con la lectura, por parte del secretario municipal, del escrito por el cual el concejal de Cultura, Roberto Sánchez Ramos, solicitaba este nombramiento. María Payares ha resumido su vida.
"Este asturiano del mundo nació un 6 de septiembre de 1925 (…) Vivió su infancia en esta ciudad, en una época convulsa. Una enfermedad lo llevó a Páramos del Sil (León). Después Madrid, y Sevilla y Barcelona…Su amigo y vecino de la infancia, Carlos Bousoño le animó a convertirse en poeta. Y volvió a su tierra (…) para reencontrar el afecto de viejos y nuevos amigos. Los recuerdos de esa infancia y juventud asturiana es un inconfundible guiño a Oviedo, su ciudad cero, el punto de partida. Depredador de instantes, Ángel nos enseñó a perseguir la utopía. Fue un malabarista de palabras". Claudia Granados y Pelayo González, alumnos de sexto de Primaria del colegio Poeta Ángel González, leyeron sendos poemas del autor.
El alcalde comenzó su intervención asegurando: "Permítanme, en primer lugar, agradecer a Susana Rivera su presencia en este Salón de Plenos, para ver cumplido un deseo que para algunos de nosotros era una asignatura pendiente en este Ayuntamiento desde hace muchos años: la concesión del Título de Hijo Predilecto a nuestro poeta, a Ángel González, una deuda que ahora intentamos saldar en forma de tributo a su memoria. El agradecimiento también de la Corporación a todos los amigos y amigas, compañeros y discípulos de Ángel González que han querido acompañarnos en este acto. Y de forma especial a la cátedra universitaria que lleva el nombre del poeta por haber hecho posible que celebremos esta distinción en el marco de un congreso internacional como el que estos días tiene lugar en nuestra Universidad".
A juicio del primer edil "nos sobran razones para este nombramiento, por eso quiero que mis palabras sean más bien un homenaje de una ciudad hacia su poeta más significativo, que se consideraba a sí mismo como "un viajero que regresa anualmente a su tierra para reconocer las cosas que más ama". López preguntó retóricamente: "¿Qué era Oviedo para Ángel González?" Y respondió: "Su ciudad. El lugar en el que pasó las "horas luminosas" de sus primeros años de niñez, en los que, según recordaba, "no había nostalgia del pasado ni ansiedad ante el porvenir. Una ciudad en la que también descubrió el fin del paraíso de la infancia, la irrupción de la guerra civil: un hermano fusilado, otro exiliado, una hermana represaliada… y una ciudad reducida a escombros.
Fue también la ciudad de su juventud, de sus estudios universitarios, de sus inicios en la poesía. Con el paso del tiempo, y ya desde un exilio voluntario en Nuevo México para impartir docencia, Oviedo siempre fue su lugar obligado de regreso, "la recuperación de la luz y la atmósfera de mi ciudad primera, los paseos por sus viejas calles, reuniones con los amigos de siempre, la engañosa ilusión de que no había pasado el tiempo -rememoraba el poeta-. Sus más íntimos amigos y compañeros dirán que Oviedo para Ángel González era muchas noches de tertulia, palabras, versos, experiencias compartidas… y, sobre todo, muchos nombres propios, que no cito para no olvidarme de ninguno. "Ahora, cuando vuelvo –decía - lo que siento es la certeza del irreversible y devastador paso del tiempo, que se llevó demasiadas cosas. Son ya más los muertos que evoco que los vivos que me acompañan".
La siguiente pregunta le llevó a reflexionar sobre quién era y es Ángel González para Oviedo. Sobre esta cuestión, López indicó: "Hablo en presente porque un poeta sobrevive al paso del tiempo a través de su palabra; esa palabra exacta, exquisita y sencilla que siempre practicaba. Más allá de que su recuerdo dé nombre a una plaza y a un colegio, Ángel González sigue formando parte de la identidad de nuestra ciudad. Fue el primero en abrir la nómina de asturianos en recibir un Premio Príncipe de Asturias y lo recogió, en 1985, con una defensa de la poesía como un acto radicalmente solidario y reivindicando la palabra como un bien compartido.
Ángel González fue uno de nuestros más ilustres embajadores, en lo más alto de la cultura y de las letras españolas. Dio voz a Oviedo y convirtió la ciudad en sede de encuentros y reencuentros de los poetas los 50, nos hizo llevadera la nostalgia y nos recordó en todo momento que siempre tenemos un lugar al que volver. "Esta es mi tierra, la tierra a la que siempre regreso", decía. Y volvió, poco antes de su muerte, para recoger el título de Doctor Honoris Causa por la Universidad de Oviedo, con el que la vetusta institución académica saldaba una larga deuda al incorporarlo a su claustro. Regresó Ángel González a los muros entre los que había estudiado la carrera de Derecho, y con voz ya cansada se declaraba heredero del poeta que fue, y recordaba uno de los lugares que evoca en un poema dedicado al campus universitario: el patio de Isabel II, en el edificio del Rectorado, que culmina con estos versos: "Todo será un día materia de recuerdo y de nostalgia, volverá, terca, la memoria una y otra vez a estos parajes". "Sirva este título de Hijo Predilecto de Oviedo para reivindicar su lúcida palabra en estos días, y para recordar que sigue muy presente en la memoria en una ciudad que mira al futuro con convencimiento, y también con la esperanza de que el paso del tiempo no nos convierta, como en sus versos, en menos ciertos, confusos y disolviéndonos en el aire cotidiano", concluyó el Alcalde.
Susana Rivera, viuda del poeta, tras recibir el pergamino que acredita el título de Hijo Predilecto, agradeció "este gran honor que se le concede a Ángel González. Siempre decía que nunca es tarde." Y leyó unas palabras sobre Oviedo del propio poeta, de un programa "Esta es mi tierra": "(…) Viví en unas de las ciudades con menos días de sol y más lluviosas de España (…) Me veo a mi mismo protegido por un paraguas. Y luego, ya en casa, la imperativa de mi madre ordenándome que me quitara rápidamente los zapatos. Así era siempre o casi siempre. Aquellos días se obstinan en presentarse como un ámbito azul. (…) Todo cuanto quería estaba cerca. Las personas, las cosas e incluso los sueños…Ángel les daría las gracias y yo también".