Hace más de diez años que los niños de toda España con enfermedades oculares graves (tumores oculares, glaucomas, retinopatías del prematuro...) son tratados en el servicio de oftalmología infantil del Hospital La Paz de Madrid, referencia a nivel nacional y uno de los pocos hospitales en España donde pueden tratarlos.
Desde que el equipo de oftalmólogos consiguió la prestigiosa acreditación CSUR, junto con el nombramiento de un nuevo jefe del servicio, Félix Armadá, la sección ha ido perdiendo la calidad por la que destacaba.
Las reiteradas quejas del entonces responsable de estas acreditaciones, José Abelairas, supuso su cese. Escasez de material, de personal especializado, retrasos en los tratamientos y pruebas diagnósticas eran sus demandas. Denunció los recortes en la sección en numerosos escritos al propio hospital, Comunidad de Madrid e incluso el Ministerio. Uno de sus escritos a gerencia, fue apoyado por más de 30 responsables de servicio y de sección del Hospital Infantil de La Paz.
Y desde su cese, las cosas en oftalmología infantil no han mejorado. En lo que llevamos de año el servicio de oftalmología ha reducido los facultativos de tres a un único médico especializado. Abelairas se jubiló y otra especialista que marchó a otro hospital.
En abril de 2018, dos médicos oftalmólogos se han incorporado al servicio, pero su inexperiencia en estos casos complejos y graves no los capacita para tratar estas enfermedades.
Entre los requisitos para que el servicio de oftalmología Infantil cuente con la acreditación CSUR, que concede el Ministerio de Sanidad, se establece “Al menos, dos oftalmólogos con con experiencia en el manejo del paciente pediátrico", experiencia de 2 años en cirugías muy específicas y, según la enfermedad, un número mínimo de intervenciones al año en 5 años.
Según estos requisitos, del actual equipo sólo lo cumplen el único oftalmólogo que quedó y que lleva ejerciendo más de diez años. Las nuevas incorporaciones tienen una grandísima responsabilidad, pues su inexperiencia puede poner en peligro la vista y la vida de niños. Están haciendo revisiones en quirófano con una experiencia requerida muchísimo menor de lo que exige el Ministerio. Las consecuencias pueden ser mortales, si en una de esas revisiones pasaran por alto un tumor.
Esta circunstancia es respaldada por gerencia y por el jefe del servicio, Félix Armadá, al que el Colegio de Médicos de Madrid ha abierto un expediente por plagio. Armadá incluyó artículos de una treintena de autores, entre los que estaban sus subordinados, uno de ellos el propio Abelairas. Ya fue sancionado por estos hechos por la Sociedad Española de Oftalmología y se retiró la publicación.
Mientras médicos sin capacitación tratan a los niños y su jefe espera el dictamen de la sanción, el hospital tiene que decidir si reincorpora a la oftalmóloga que se fue este año. Los especialistas son muy escasos, requieren años de experiencia, y se necesita, al menos, otro oftalmólogo para no perder la respetada acreditación CSUR. Con su vuelta, el servicio quedaría cubierto, de momento. Ella ha mostrado su interés de quedarse y seguir tratando a los niños, como ha venido haciendo durante casi diez años. En manos del jefe del servicio y gerencia está la desaparición de la unidad.
Mientras los niños, con revisiones muy frecuentes, esperan que les sonría la fortuna y les revise el médico experimentado. Es la única salvación para su vista, pues tampoco existe alternativa en la medicina privada.
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