Informe MSF.-
A pesar de los recientes avances en la lucha contra la desnutrición infantil, el sistema internacional de ayuda alimentaria sigue proporcionando a millones de niños desnutridos o en riesgo de estarlo alimentos que no cumplen con los estándares nutricionales mínimos. En vísperas del Día Mundial de la Alimentación, Médicos Sin Fronteras (MSF) recuerda que la desnutrición es una enfermedad prevenible y tratable que afecta a 195 millones de niños en el mundo, y es la causa subyacente de al menos un tercio de las 8 millones de muertes de menores de 5 años que se producen anualmente, en su mayoría en los países en desarrollo.
Los niños menores de 2 años son los más vulnerables a la desnutrición y, sin acceso a alimentos ricos en nutrientes que son indispensables para su correcto crecimiento y desarrollo, como los alimentos suplementarios preparados, sufrirán secuelas a largo plazo.
“Ha quedado demostrado, más allá de toda duda, que proporcionar alimentos de calidad nutricional a los niños vulnerables es lo que les salva la vida, y sin embargo el sistema internacional de ayuda alimentaria aún no ha asumido los avances revolucionarios conseguidos en la ciencia nutricional”, explica el presidente internacional de MSF, Unni Karunakara.
Reformular la ayuda alimentaria internacional
El resultado es que el grueso de la ayuda alimentaria internacional, incluida la que se envía a países con altas tasas de desnutrición (como es el caso de numerosas regiones de África subsahariana), está compuesto por mezclas de harinas de maíz y soja enriquecidas (CSB por sus siglas en inglés), que no contienen los nutrientes y proteínas esenciales que un niño necesita. Solo Estados Unidos envía anualmente a los países en desarrollo 130.000 toneladas de CSB (procesadas en empresas norteamericanas).
Mientras iniciativas como las campañas “1.000 días” o “Fomento de la nutrición” (SUN por sus siglas en inglés) reúnen a países con altas tasas de desnutrición y grandes donantes de fondos –demostrando que existe un consenso científico y político sobre las necesidades especiales de los menores de 2 años–, la mayor parte de la ayuda alimentaria sigue sin cubrir las necesidades nutricionales básicas de los más pequeños.
“El catálogo de productos disponibles para ayuda alimentaria sigue despreciando las necesidades de los más vulnerables”, señala Unni Karunakara. “No hay excusa para seguir esperando: los principales donantes de ayuda alimentaria tienen que decidirse a reformar estas ayudas”.
Esta semana, en nombre de las más de 125.000 personas de más de 180 países que han firmado una petición en este sentido, MSF ha enviado cartas a los principales países donantes de ayuda alimentaria, entre ellos Estados Unidos, Canadá, miembros de la Unión Europea y Brasil, para pedirles que “dejen de suministrar ayudas que no cumplen con los estándares nutricionales mínimos a los niños con desnutrición o amenazados por la desnutrición en los países en desarrollo”.
“Muchos países, incluyendo algunos europeos, han respondido a los problemas nutricionales entre sus ciudadanos desfavorecidos, recurriendo a estrategias basadas en alimentos ricos en nutrientes”, explica el doctor Karunakara, “pero seguimos esperando a que apliquen estos mismos estándares a la ayuda que envían a otros países”.
Una solución eficaz que no se aplica lo suficiente
Algunos de los principales actores de la ayuda alimentaria han empezado a cambiar sus estrategias. El Programa Mundial de Alimentos (PAM), por ejemplo, ya utiliza en sus intervenciones de emergencia alimentos suplementarios que cumplen con los estándares para niños menores de 2 años. Estos productos han sido cruciales en 2010 en la respuesta a la crisis nutricional que afectó a Níger, en las inundaciones de Pakistán y tras el terremoto de Haití. Y los países donantes y las agencias internacionales también han mejorado la calidad de las ayudas enviadas a Somalia y Kenia, en respuesta a la actual emergencia.
Sin embargo, los niños amenazados o afectados por la desnutrición que no viven en regiones golpeadas por emergencias de gran magnitud como estas, siguen recibiendo ayudas que no cubren sus necesidades nutricionales. “Crisis como la de Somalia y Kenia representan en realidad la punta del iceberg: la mayor parte de los niños desnutridos son invisibles, y no deberían tener que vivir en escenarios de guerra o de desastre natural para que sus necesidades vitales sean tenidas en cuenta y se les envíe el tipo correcto de alimentación que necesitan”.
Falta de voluntad política
Los países europeos se encuentran entre los principales donantes de ayuda en el mundo. Aunque algunos países ya están empezando a introducir cambios –España ya lo ha hecho, por ejemplo–, la Comisión Europea va con retraso y, a pesar de los reiterados llamamientos, aún no ha informado con claridad de cómo piensa aplicar estas reformas tan necesarias. Además, la ayuda alimentaria de dicha comisión es incoherente, ya que impone obstáculos a la financiación de productos adecuados para la prevención de la desnutrición que no se aplican a programas que suministran ayudas de menor calidad nutricional.
“La Comisión Europea tiene que pasar de las intenciones a los hechos y demostrar que sí va a mejorar la calidad de su ayuda alimentaria”, apunta Unni Karunakara. “Garantizar una nutrición adecuada a los niños con desnutrición o en riesgo de estarlo ya ha demostrado que salva vidas”.
Falta de liderazgo
A finales de 2008, una reunión de expertos convocada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), tomando en consideración el creciente cuerpo de conocimientos científicos, concluyó que los estándares nutricionales de ayuda alimentaria deben mejorarse. Pero tres años después, la OMS, de cuyas recomendaciones dependen las políticas de la mayor parte de los ministerios de Salud de los países en desarrollo, aún no ha publicado unas guías formales para garantizar la mejora de las ayudas destinadas a niños con desnutrición.
“El liderazgo de la OMS es crucial para alentar a los países donantes a adoptar mejores estándares para la ayuda alimentaria y para que los países receptores adopten también mejores medidas para garantizar que su población infantil tiene acceso a una nutrición de mayor calidad”, señala el doctor Karunakara. “Los niños no pueden permitirse los retrasos que provoca el tener que estar demostrando, gobierno por gobierno y crisis tras crisis, la seguridad y eficacia de estos alimentos especiales; tales problemas sólo retrasan el inicio de programas que son vitales”.
En 2010, MSF atendió a más de 300.000 niños con desnutrición en 139 proyectos en 28 países
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© Ron Haviv/VII | Bangladesh, 2009 |