Hay galardones que nacen con vocación de eternidad y hay otros que, por exceso de brillo, terminan deslumbrándose a sí mismos. El Premio Planeta, antaño símbolo del prestigio literario español, parece haberse convertido —al menos en sus últimas ediciones— en un espejo deformante donde la literatura se confunde con el márketing, y el talento, con la cuota de pantalla. La ...
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