Es esa sensación de que eres un cachorro olvidadizo y egocéntrico. Que a veces cree que ha llegado a este mundo por generación espontánea y que se debe sólo a sí mismo. Que una madre no es más que una puerta de la que se sale al mundo y que ahí se acaba el vínculo. Que, en los malos momentos, los propios, los de nosotros los cachorros, lloramos retrocediendo a los primeros años, incluso los primeros días, cuando las separaciones parecían para siempre. Que recordaremos, siempre, con cierto resquemor el no agradecer lo suficiente, el pensar que la vida es de uno sin echar la vista atrás, a los lados y adelante. Todas estas afirmaciones representan lo que es ser hijo.
Démonos cuenta, cachorros, que vivimos en un nido, unidos por códigos invisibles que no miran ni el reloj ni las páginas de los diarios. Que no nos esperamos los unos a los otros porque estamos juntos sin estarlo.
Sin embargo, estos días no es de más decirle, aunque consideres que son palabras tópicas, como eslóganes de películas de sobremesa, díselo, porque aunque una madre vive y muere amando sin refuerzo alguno, se trata de una mujer y, todo hay que decirlo, a las mujeres les gusta escuchar cosas bonitas (sí, a tu madre también): dile que la quieres, que no te dé vergüenza, no es una chica que quieras ligarte, o una amiga con la que te comuniques con emoticonos, es una SEÑORA, porque una madre siempre es una señora, como las reinas, las princesas son sólo chicas, las madres son señoras como las reinas-madre, poderosas, tercas e inmortales en nosotros y nuestra estirpe.
Dile que la quieres, porque sabes que la quieres, porque si la necesitaste la quieres, y sabes que ella te quiere porque ella vive en ti, latente, escondida, que se destapa sin quererlo en tus copiados ademanes, en esa forma de torcer la boca cuando te enfadas o en ese maldito carácter que te ha dejado mamá en tus genes como sello de propiedad y del que, alguna vez, haréis bandera orgullosos. ¿Por qué posponer estas palabras? Díselo ya:
Te quiero mi reina-madre.
Por José Ángel Caperán
Psicólogo y coach en Gijón
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