Hubo en otro tiempo unos gigantes, maldecidos con el don del amor sin medida, que compartían una aldea con minúsculos humanos necesitados de cariño.
Una mujer gigante encontró un bebé minúsculo en un claro de un bosque y pensó que había sido un regalo de los dioses para un corazón necesitado de contenido. Lo acomodó entre sus enormes manos en forma de cuenco para que allí quedara protegido y siempre junto a ella.
El niño creció cómodo entre los dedos de la gigante hasta que su tamaño hizo que tuviera que permanecer sentado para no caerse de la mano. La mamá gigante, viendo los esfuerzos arriesgados del niño para salir de su puño, decidió crear un techo protector con la otra mano, dejando al joven a salvo dentro de una blandita y cálida jaula de dedos. Con el tiempo, sus huesos, en constante crecimiento, presionaron y se deformaron contra las desmesuradas falanges. Aunque la gigante era fuerte, el peso del niño, ya adolescente, en su mano desbordada, le hacía tener que apoyar el brazo cada poco en una mesa y permanecer sentada.
Una mañana, tras una pesadilla en la que su mano acababa ahogando a su hijo, decidió abrirla y que el hombre caminara libre. - Eres un adulto, vive como tal - le dijo entre lágrimas posándole en el suelo.
El hombre, con un corazón de niño, orgulloso y aún sin tallar, salió a la calle y tuvo mucho frío aun cuando la temperatura era veraniega. El sonido del mundo le reventaba los tímpanos. Y aceptar que ya no era el dueño absoluto del universo le hacía estar constantemente frustrado, berrear como un bebé con barba de tres días y hablar, sin que nadie le entendiera, un extraño idioma de una sola palabra: YO.
Antes de que se le pasara por la cabeza volver junto a su gigantesca madre otra gigante, con la misma maldición del amor sin medida, se enamoró de él y se casaron. Un matrimonio con dos maldiciones: el amor sin medida y la eterna adolescencia.
Lo besaba aunque él no lo hiciera nunca salvo para conseguir algo; no escuchaba sus malas palabras; lo buscaba de forma desesperaba cuando lo perdía de vista y se conmovía de forma extraordinaria cuando él lloraba. Ella hasta incluso le rezaba. Fue un día, tras una trastada del niño-hombre, el momento en que éste supo el alcance de su poder: - Te quiero hagas lo que hagas, por encima de todo y a pesar de todo, incondicionalmente - le dijo ella.
A partir de entonces la colosal mujer fue reduciendo su tamaño y el mínimo hombrecillo agrandándose. Hasta que llegó el momento que él era un gigante y ella tan pequeña como una hormiga y la pisó un día sin querer. Él huyó rápido en busca del cobijo de otra gigante. Tenía demasiado frío y el mundo era demasiado complicado para arriesgarse a amar sin ser correspondido pudiendo tener un amor seguro, protector e inquebrantable con el que conformarse.
Queriendo o sin querer, el hombre había matado por primera vez a un gigante. Sin onzas, sin venenos ni armas, sólo conociendo los entresijos oscuros de amar demasiado.
Respóndeme: ¿Amas demasiado? ¿O eres la/el que se conforma?
Por José Ángel Caperán
Psicólogo y coach en Gijón
Nº Col. O-01888
Twitter: @Jcaperan
Consultas y cita previa: 984 052 925
jacaperan@gmail.com
C/Magnus Blikstad nº21. Gijón.
13 comentarios
# Daniii Responder
19/01/2014 22:16Sin duda, amo demasiado. La incondicionalidad de ese amor es excesiva, y creo que a veces no es sana. En un intento de hacer sentir segura a la otra persona, aceptamos cosas que no atienden a la lógica y el sentido común, no dándonos cuenta que en realidad éso es lo más perjudicial. No que haya que castigar a la otra persona cuando ésta no haga algo de acuerdo a los cánones, pero tampoco hay que hacer la vista gorda a sus acciones cuando éstas no son lo "normal". El resultado es, que se empiezan a tolerar cosas que hacen que la otra persona no te valore, gane más poder, y siga forzando los límites de lo "forzable". La incondicionalidad sí, pero con sentido. Lo que me lleva a pensar: de quién es el problema? del que ama incondicionalmente? o del que se aprovecha "injustamente" de esa incondicionalidad? GRACIAS por tus artículos José. Un saludo, Dani
# Paco Responder
19/01/2014 23:02No es lo mismo el amor paterno filial, el de hermanos, el de amigos, ni, por supuesto, el amor de pareja. Me gustan mucho tus fábulas.
# José Ángel Caperán Responder
20/01/2014 09:18Gracias Daniii, aquí hay dos problemas igualmente graves: 1º El que ama incondionalmente muchas veces utiliza su amor y victimismo como chantaje hacia quien no ama tanto y le hace incluso dudar de si mismo y hacerle creer que es mala persona. Y consigue que esté a su lado por propio miedo a no encontrar nada como eso: no lo amo pero nadie me amará tanto como él. 2º El que se aprovecha de ese amor incondicional no es más que un cobarde que prefiere la seguridad del amor sin esfuerzo del 1º, un adolescente crónico que evita sufrir y, por lo tanto, evita madurar. Mi pregunta es: ¿Por qué los que sufren de la maldición del amor ciego lo dirigen casi siempre a inmaduros?
# José Ángel Caperán Responder
20/01/2014 09:23Gracias Paco, no es lo mismo, pero toda persona afronta una pareja con un bagaje de amor a sus espaldas (de sus padres, de sus hermanos, familia, amigos, etc). Si el amor en estos casos es desbodado, cuando se ama demasiado aunque sea a un hijo, anulamos su madurez, el sobreproteccionismo lo hace débil y propicio para sufrir o hacer sufrir a otros.
# Gabino Responder
20/01/2014 13:05Quien ama mucho quiere lo mejor para el amado. Quien bien te quiere te hará llorar ...
# gijonesa Responder
20/01/2014 21:23Amo sin exceso, no me dejo llevar por el corazón, casi siempre es la cabeza la que domina. Me siento feliz con mi pareja, y no me imagino hoy por hoy con otra persona.
# José Ángel Caperán Responder
20/01/2014 22:57Gracias Gabino y gijonesa! Bienvenidos de nuevo a este foro. Amar racionalmente es una forma de amar sana tanto para unos como para otros. Debemos alejarnos del amor cortés, el dramático y romántico. Sin embargo, muchos chicos y chicas de los institutos consideran que, por ejemplo, los celos son síntoma ineludible de amor cuando realmente son síntoma de un sentimiento de propiedad. Olvidémonos de Romeo y Julieta, de Tristán e Isolda, de los cuentos de príncipes y princesas, de las telenovelas y de Corín Tellado. La pareja ha de complementarnos nunca sustituirnos.
# siempre Responder
28/01/2014 01:22El cuento me gusta, pero tus respuestas me confunden. Lo primero, pienso que olvidas que nadie va advirtiendo que sea inmaduro - antes bien, hay mucho experto en marketing- y que muy a menudo esas personas realmente no encuentran nada mejor, si encuentran algo. Lo de "mejor solo..." es muy fácil decirlo. En esas historias épicas que citas, los protas tienen el mundo en su contra (como quien tiene un amigo intrigante o una suegra que se opone a la relación), pero luchan. Luchar, algo desconocido para algunas generaciones que creen que todo se compra hecho y que desconocen el término medio entre mentir o terminar. Seguramente hoy Romeo se habría ido con una manceba de pechos turgentes o Julieta estaría amargada porque con su contrato-basura no puede llevarla a un spa de lujo, y al final se dejarían por Facebook... Tampoco deja de sorprenderme que se hable del amor como si de un capítulo de “Matrimonio con hijos” se tratase, para pasar, en un suspiro, a analizarlo como si fuera uno de “CSC”. Como si la pareja sólo fuese un “holding” o una comunidad de intereses, sobre todo éroticos y relativos al ocio. A veces oigo hablar de la pareja como una actividad más, como quien va a un curso de tai-chi o de fotografía, algo que te entretiene pero no te toca. Dónde ha quedado el TU? Quien ama incodicionalmente sólo busca la dependencia de su amante? quien pasa por un duelo sólo pierde el tiempo? quien espera una razón, está mal de la cabeza? Queda alguien en el mundo con emociones? Si lo contrario al amor épico, a amar demasiado, es ser tibio, entonces viva el victimismo.
# José Ángel Caperán Responder
02/02/2014 18:39Gracias Heidi, lo que defiendo en el relato es no confundir el amor con la dependencia, ni muchísimo menos confundir el amor con la anulación del individuo. Quien pasa esos límites es por una falta de amor propio importante que se intenta compensar con una inversión extra en la pareja esperando ser correspondidos de igual forma con ese "extra" de amor del otro que les estabilice. Sin embargo, así estamos suponiendo que uno que da más recibirá más de la pareja y está muy equivocado, pues no tiene en cuenta que la otra parte puede apoltronarse en esa posición de poder y no corresponder al esfuerzo del otro para que se igualen la fuerzas.
# siempre Responder
07/02/2014 12:03Ante todo, gracias por tu respuesta, pero, IP's a parte, si hubiera querido escribir "Heidi", habría escrito "Heidi". Creo haber entendido el sentido de tu historia, ahora bien, cuando se da una circunstancia como la que describes, uno siempre puede optar por desistir de amar a personas y simplemente amar las cosas que hace. No creo que el problema es que unos amen demasiado; para mí, lo triste es la cantidad de personas que simplemente no pueden amar otra cosa que a sí mismas (aunque luego se castiguen por ello, pero no porque ningún gigante tenga la culpa) o que llaman pareja a algo práctico, a la inercia de una serie de actividades conjuntas, carentes de una entrega real. O, a veces, de tan independientes que somos, dónde queda entonces el compromiso? Hay hombres y mujeres objeto, y parece que también parejas objeto, de usar y tirar, por supuesto. Una crítica constructiva, sé que mis textos son extensos, pero respetando los puntos y a parte al publicarlos se entenderían mejor, gracias. Un saludo
# mati Responder
12/05/2014 17:27Buenas tardes, yo pienso que el que ama incondicionalmente, es porque es posesivo, controlador etc y piensa que eso es querer. Tenerte siempre pegado a él. Yo creo que se trata de una persona inmadura y que no tiene más vida y te chantagea emocionalmente porque cree que así te tiene a su disposicion. Qué pena me da, yo quiero querer en libertad, no con ataduras. Me ha gustado mucho tu artículo.
# mati Responder
23/02/2015 16:24buenas tardes, yo cuando amo demasiado tanto a mi pareja, a mis hijos etc, lo doy todo, pero cuando me toca recibir y no hay mucho, entonces aprendo y me amo a mi misma para protegerme. entónces cuando he aprendido el camino procuro estar en la medida justa para que nada me haga daño. Pienso que lo mejor es amar sabiendo que somos seres individuales para no llegar a se posesivos ni dejar que que la otra persona supere los limites establecidos.
# Gema Responder
02/03/2015 15:26Hola Jose Angel!! No me conformo a la hora de amar....pero "nunca" meteré a nadie en una jaula de oro......lo que esté dentro entonces ....morirá....