Cuando Darío decidió dejar su casa y su país dijo a sus padres que se iba en busca del paraíso. Le llamaron iluso y trataron por todos los medios que entrara en razón. Pero finalmente partió.
Tras casi dos años de búsqueda y de conducir su caravana por medio mundo llegó a un pueblo llamado así: El Paraíso. Era tan hermoso que la sensación de gozo en el pecho asemejaba el dulce calor de una llama incombustible en una locomotora de vapor.
Era extraño que todos sus habitantes llevaran gafas oscuras. Todos, absolutamente todos. Hasta los bebés nacían con gafas ahumadas.
El pueblo lo acogió con cariño y no cesaban de hacerle muestras de preocupación por su cuidado lanzándole constantemente consejos de supervivencia: “no hagas esto porque te puedes hacer daño”…, “no hagas lo otro”… Todos los días contaban historias de miedo, tristeza y dolor, siempre con la intención de prevenir a los más pequeños de los peligros opacando, automáticamente, los cristales tras los que veían el mundo hasta convertirlos en topos-humanos.
- ¿Por qué habláis así a los niños? ¿Por qué sólo me prevenís de los males?- Preguntó Darío.
- Estamos educando en seguridad, queremos que sobreviváis, porque queremos a nuestros hijos y, ahora, también te queremos a ti - Respondieron casi ofendidos por la falta de agradecimiento.
Un día un rebeco saltó desde una peña hasta el otro lado del río, cayendo al agua y ahogándose. - Pobre rebeco, qué pena, qué lástima, qué dolor, no debió subir allí - Se lamentaron.
Darío, ajeno a los comentarios de aquellas gentes, dijo: - ¡Qué animal más valiente!
Una mujer sollozaba en la puerta de su casa: - Ay de mí, voy a morir de este mal - Sus hijos lloraban con ella y se quejaban mirando al cielo maldiciendo aquel lugar que sólo para Darío significaba paraíso.
El forastero quiso quitarles las gafas para que la mujer viera su presente en el lugar más bello de la Tierra, rodeada de su familia, y todos ellos degustaran ese momento como si de un bombón interminable se tratara.
- ¡Suéltanos, extranjero! - Gritaron-. Esta vista nublada nos permite sobrellevar la vida como un mal menor, sin estas gafas no hay un paraíso, sólo una luz desconocida y temida.
- Ni todo lo desconocido es temido ni vivir es sobrevivir - Respondió Darío con firmeza-. Vivís en El Paraíso, pero éste no es ni bueno ni malo, depende de vuestra mirada. Sois vosotros los que hacéis de este mundo un paraíso, las mimosas y los acebos resplandecen igual, la luz es la misma, incluso el infierno podría parecer un vergel.
- ¿No crees que existe el infierno?
- Creo que el infierno y el cielo son lugares en la cabeza y no lugares en la Tierra
Aquel día Darío supo que el paraíso abarcaba más allá de las fronteras de aquel pueblo, si por él fuera, a partir de entonces, hasta los abismos el océano formarían parte del cielo.
Respóndeme: ¿Tu vida es mala? ¿O tu forma de verla es mala?
José Ángel Caperán
Psicólogo y coach en Gijón
Twitter @Jcaperan
4 comentarios
# Heidi metal Responder
22/03/2013 18:52Y q significa mala? para quién? y si otros admiran tus decisiones y tus aventuras ignorando q anhelas lo q ellos consideran una vida gris? Debemos agradecer favores q no pedimos y grandes oportunidades cuando solo aspirábamos a la sencillez? Yo no lo sé..
# Heidi metal Responder
22/03/2013 18:59Coincido en que el paraíso es un estado, no un lugar. Pero creo que tiene que ver más con un futuro tranquilo que con grandes acontecimientos. Si tu futuro no promete ser así, tu presente tampoco... Valga de muestra España. A pesar de todo, gracias.
# mara Responder
03/04/2013 11:00yo creo que hay que centrarse en lo bueno y bello que nos rodea; que no es cerrar los ojos a la realidad, si no fijarse en lo positivo; sobre todo porque por mal que vayan las cosas, somos unos privilegiados si nos comparamos con otros en otros lugares
# José Ángel Caperán Responder
03/04/2013 17:55Gracias Heidi y Mara! Nosotros construimos la realidad y no es una invención de gente rara. La valoración negativa o positiva está en nosotros, lo exterior simplemente ocurre sin ninguna valoración. La decisión es nuestra.