Desde niño Pedro siempre había tenido mucha imaginación. A penas hablaba, sólo leía historias de magos y luchas fantásticas en reinos misteriosos donde todo podía ocurrir. Sus compañeros de colegio se burlaban de él porque siempre llevaba un cucurucho de cartulina adornado con estrellas de papel de aluminio a modo de gorro mágico. Lo llevó puesto hasta que, según él, dominó el arte de la magia a la perfección.
Pedro siempre era feliz, no tenía demasiado ni destacaba especialmente en nada, eso sí, era un ser especial y él lo sabía. El día de su 25 cumpleaños un conductor borracho lo atropelló y se dio a la fuga. Pedro quedó parapléjico y el culpable nunca fue encontrado.
Sin embargo, sabía, por sus libros, que todos los magos tienen alguna característica de la cual emerge su poder que les hace diferentes. Sabía que para ser mago tenía que superar una prueba que cribara a los simples aficionados de los verdaderos brujos. Decidió seguir viviendo interpretando como magia lo que otros pasaban por alto.
Pedro siempre decía que todo pasa por algo, y todo pasa para que busquemos lo bueno que esconde. Es un juego, un acertijo a veces complicado pero siempre con solución: ¿Por qué hoy estoy agradecido?
Incluso el día que supo que no volvería a caminar intentó responder a esa pregunta del acertijo, ese día las lágrimas no le permitieron dar con una respuesta convincente pero pronto la encontró. Y, al hallarla, su hermano, colérico y hundido en la desesperanza, lo tomó como un iluso, como un estúpido que no aceptaba la realidad, y él respondía: - ¿Qué daño puede hacerme agradecer lo que tengo en lugar de apenarme por lo que no tengo? Si yo soy un iluso, si soy un loco por sentirme agradecido todos los días debierais perder la razón conmigo – sentenciaba el joven –, si fuera tan cuerdo como tú me aconsejas yo mismo me hubiera arrancado las venas a mordiscos como haría un buen cuerdo ¿verdad? Doy gracias porque esto me ocurra a mí y no a ti, no sobrevivirías y no quisiera perder a mi hermano.
Pedro tuvo una hija, Valentina, a la cual educó como se adiestran a los aprendices de brujo pero sin gorros estrafalarios ni vestidos de purpurina. Le dijo que su poder estaba en su soplo. Cada vez que soplara el plato antes de comer, desde el desayuno hasta la cena, este aliento cubriría los alimentos con unas partículas mágicas que darían la propiedad a la comida que, a quien la tomara, le pasaran cosas maravillosas durante esas horas. Fueran las que fueran, siempre eran magníficas y siempre se sentiría agradecida, muchas veces en el mismo momento, otras una semana o un mes después, otras muchos años después poniendo a prueba sus poderes.
Valentina logró ser una bruja experta solucionando los acertijos más complicados respondiendo siempre a su única pregunta: ¿Por qué hoy estoy agradecida? La gran bruja llegó a la cumbre de su poder cuando solucionó el acertijo que le planteó su padre la misma tarde que éste murió en sus brazos en la cama del hospital. Pedro llegó al cénit de la felicidad en sus últimas horas, justo el tiempo que invirtió su hija en enumerarle todo por lo que se sentía agradecida a su padre. Alguien dijo: “murió porque no le cabía más felicidad, ese día explotó como una Supernova en el corazón del universo”
Pedro, el gran mago sentado, había entrenado a la mujer más feliz del mundo. Con sólo 15 años ya tenía una estrella mayor que su padre y sabía que cuando llegara al tope de su tamaño, justo antes de estallar, habría cambiado el mundo.
¡Un fuerte abrazo!
José Ángel Caperán
Psicólogo y coach en Gijón
Twitter: @Jcaperan
5 comentarios
# estrella Responder
03/12/2012 08:24Preciosas palabras. De todo lo que nos ocurre, debemos ver lo positivo, lo que hemos aprendido con esa aventura. No sé por qué tendemos a ser pesimistas y lamentarnos continuamente, cuando todo , todo, tiene su lado bueno.
# José Ángel Caperán Responder
03/12/2012 22:57Cierto Estrella, es un ejercicio, es un esfuerzo continuo el sacar una consecuencia positiva a todo. Pero no nos equivoquemos, no es una opción de meros optimistas. Es la ÚNICA OPCIÓN
# Marián Responder
04/03/2013 18:28Si pero no todo el mundo tiene alguien alrededor que le eduque en ver el lado positivo de las cosas y que sepan fomentar lo mejor de ti mismo, a veces todo lo contrario y el reto será mucho mayor, a veces incluso parece imposible, al menos para esa person
# Monica Responder
28/01/2014 10:01Precioso...como dice Marian, muchas veces los que te educan solo ven el lado negativo de las cosas y entonces la lucha se vuelve encarnizada, los sentimientos encontrados pueden llevarte a los lugares más oscuros de tu mente...pero, se puede ganar!
# Marian S Responder
20/02/2014 09:27De las personas negativas hay que huir y si estas son familiares muy cercanos, que es el grave problema es cuestión de aprendizaje y no dejarse llevar por su negatividad y aprender a apreciar lo bueno que hay dentro de ti. Es dificil cuesta mucho tiempo, sudor y lágrimas, pero al final lo puedes conseguir y tus hijos te lo agradecerán por que podras educarlos de una manera muy distinta y positiva.