Una trucha bajaba por un torrente cuando paró a descansar en un remanso. En la orilla un trébol la observaba con curiosidad. Ni lo tréboles conocen a las truchas ni las truchas a los tréboles, sólo ven algo desconocido y lo nombran como algo que conocen y se le parece. Así, las truchas llaman a los tréboles “soles verdes” y los tréboles llaman a las truchas “lunas sumergidas”.

La trucha, cansada, sacó brevemente su cabeza del agua para decirle al trébol: -qué envidia, ojalá yo fuera una estrella como tú en el cielo de aire y no una mísera trucha.

El trébol le respondió: - luna ignorante ¿acaso te burlas de un pobre trébol que maldice su mala suerte por no ser, como tú, una luna en el cielo de agua?

A ambos les enfermaba la absurda modestia del otro.

¿Cómo la luna puede estar triste si es más grande que cualquier problema de un trébol? ¿Cómo el sol verde puede estar triste si es más grande que cualquier problema de una trucha?

Cuando cada uno empezó a enumerar sus problemas al otro a ninguno de los dos les parecían lo suficientemente grandes y difíciles de resolver como para intimidar a la luna y el sol.

- Tú no lo entiendes, si estuvieras en mi lugar sufrirías como yo lo hago, ojalá yo fuera como tú, un sol verde-. Y lo mismo declaró el trébol: - No, ojalá fuera como tú, una luna de agua.

Pasó por allí una oruga con sentido común que había escuchado toda la conversación y les dijo: - Lo mejor es que la trucha le regale un ojo al trébol para que pueda verse tan grande e invulnerable como lo ve la trucha-. Acto seguido, volteando la cabeza hacia el trébol, dijo: - Y tú, meterás una de tus hojas en la cuenca vacía del ojo de la trucha para que pueda verse inmensa, poderosa y plateada como la luna que ves.

De esta manera, el trébol vio la luna en la trucha y el sol en sí mismo y la trucha supo que ella era también un astro del mismo material que las estrellas.

La oruga se fue satisfecha sacando la lógica conclusión de que los problemas afectan gravemente a la percepción del tamaño de uno mismo, por lo que a veces debemos utilizar los ojos de los demás para no olvidarnos de que seguimos siendo más grandes que cualquier problema.

Todo el mundo tiene la capacidad para superar los problemas, otro tema es que pueda acceder por sí mismo a esa “caja de herramientas”.

Espero que os haya abierto los ojos hacia vosotros mismos.

¡Un abrazo!

José Ángel Caperán

Twitter:    @Jcaperan

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