La creación de los superhéroes

La creación de los superhéroes

Dice la leyenda que en la época del imperio austrohúngaro, entre una minoritaria élite, se puso de moda entregar a sus hijos a un misterioso internado situado en el centro de la Selva Negra alemana. Aislados de todo el mundo, un grupo de científicos temerarios  prometía la creación de superhombres a través de un preciso programa educativo desde que dejaban la lactancia hasta los 7 años.

 

Sin embargo, había una parte pérfida en el contrato: los padres asumían el riesgo de que su hijo moriría si no superaba el método del colegio. Éste se basaba en el manejo maquiavélico del instinto de supervivencia. Los sobrevivientes se graduarían como superhombres pero el resto moriría de mediocridad.

 

A todos los niños se les enseñó a vivir con las manos cogidas a la espalda, sin ataduras, simplemente entrelazando los dedos. Incluso los profesores, disciplinados, cumplían con esta forma de vida como si hubieran nacido sin las extremidades superiores.

 

Hacían una vida normal de colegio, la única diferencia era que todo lo que podrían hacer con las manos lo hacían con los pies. Realmente era como si no tuvieran brazos, al principio fue un juego divertido, luego fue algo obligatorio hasta que se acostumbraron de tal forma que incluso se olvidaron que hubo un momento en que tuvieron manos útiles.

 

El sistema estaba basado en privar a los niños de una virtud natural que tenían, hasta hacerles creer que nunca la habían poseído.

 

En los dos últimos cursos las cosas empezaron a ponerse mas complicadas para los alumnos. La prueba final del penúltimo curso, para los de 6 años, consistía en llevar a los niños a un pantano cercano, kilométrico y profundo . Allí todos se ponían en hilera sobre una pared que hacía las veces de presa. Se les daba la siguiente instrucción:

 

-A la de tres os lanzaréis todos al agua de pie, caeréis a cinco metros de profundidad, por lo tanto lo más probable es que los que no nadéis seguramente pereceréis. 

 

Los maestros mentían a los alumnos pues no había más de un metro de hondura. Teniendo siempre en cuenta que todos tenían las manos a la espalda, antes, durante y después de la prueba. El resultado se dividía en 3 casos:


. Los cobardes que ni se atrevían a  lanzarse. Eran expulsados.
. Los estúpidos que, desobedeciendo a los profesores, se tiraban de cabeza y se desnucaban.
. Los que caían de pie con las manos siempre cogidas atrás como mancos de nacimiento.

 

Nadie se soltaba las manos en ningún momento.

 

La prueba definitiva se realizaba al final del último curso, con los de 7 años.  Aquí llegaban sólo los que habían obedecido a los profesores en el examen del año anterior. Consistía en lo siguiente:

 

En otro punto de la presa, volvían a situar a los alumnos en fila con la mirada hacia el centro del pantano. Y se
les decía exactamente lo mismo: “A la de tres os lanzaréis todos al agua de pie, caeréis a cinco metros de profundidad, por lo tanto lo más probable es que los que no nadéis seguramente pereceréis”. Pero esta vez no mentían.

 

El resultado se dividía en otros 3 casos:


. Los mediocres: que morían ahogados con las manos cogidas a la espalda, sin la mínima sospecha de que poseían algo que podían usar y salvarse.
. Los aguerridos: que eran capaces de nadar sin brazos. A fuerza de sacudir las piernas con desesperación lograban llegar a la orilla exhaustos, la mayoría morían de agotamiento al tocar tierra.
. Los audaces: que soltaban sus manos; descubrían, sorprendidos, sus brazos que se alzaban como un resorte ante el aliento de la muerte, y nadaban. Todavía algunos llegaban a la orilla y volvían a cogerse atrás las manos.

 

A la ceremonia de graduación sólo llegaban los aguerridos que habían sobrevivido y los audaces. Sin embargo sólo estos últimos lograban graduarse con honores.

 

¿Con quién te identificas?

¿Estamos sacándonos el máximo partido o tenemos una mano a la espalda que creíamos no tener? ¿Qué nos hace falta para soltarnos?

 

¡Un abrazo!

José Ángel Caperán

Psicólogo y coach en Gijón

Twitter @Jcaperan

jacaperan@gmail.com

9 comentarios

  • # sofi Responder

    20/06/2012 11:23

    Según la circunstancia todos podemos ser cobarde, aguerrido o audaz. pero al que algo quiere algo le cuesta.Todos tenemos una cualidad que nos ayuda, el que no es muy inteligente seguro es más audaz, o más valiente. A marcar objetivo razonable y a por él!

  • # José Ángel Caperán Responder

    20/06/2012 16:15

    Gracias Sofi. Quiero que enfoquéis este relato desde la importancia que tiene no ser conscientes de nuestras virtudes para saber hasta dónde podemos llegar. La queja y la autocomplacencia es la forma de evitar el riesgo de descubrir nuestra mediocridad.

  • # gijonesa Responder

    20/06/2012 18:43

    una edad la que aparece en el relato, a la que resulta muy fácil manipular y hacer creer todo lo que te dicen..

  • # Marián Responder

    25/06/2012 11:58

    Todos tenemos nuestro techo de cristal con el que nos limitamos y nos creemos que no podemos ser mejores o hacer esto o aquello. El por que de este techo no esta claro, es por lo que nos han dicho que somos o nosotros tenemos miedo a romperlo?

  • # José Ángel Caperán Responder

    26/06/2012 00:10

    Por ambas cosas Marián! El ser humano no concide el infinito, siempre ha de ponerse límites para saber a qué atenerse. ¿Pero quién pone los límites? Nuestra educación, y si tenemos la mala suerte de que nos "programen" mal, debemos nadar contracorriente.

  • # Marián Responder

    26/06/2012 09:28

    El problema es lo agotador de nadar contra corriente toda tu vida, por que sueles estar rodeado de las personas que te programaron mal y que no quieren que cambies, no les gusta y provoca que ellos a su vez tenga que cambiar y eso si que no......

  • # Lorena Responder

    19/07/2012 12:57

    Que angustia de historia... pero muy real la metáfora! Gracias por compartir

  • # José Ángel Caperán Responder

    21/07/2012 19:50

    Gracias Lorena, espero que mi relatos os ayuden a ver conceptos que de otro modo no llegan o son difíciles de explicar. Un saludo!!

  • # LAURA NUÑEZ NAVARRO Responder

    11/02/2013 19:54

    Cuando nos dicen de pequeños algo asi como "eres un desastre" y además te lo crees, desde luego te han y te has, atado las manos a la espalda. O despiertas o la vida te despertará de modo brusco. Es mucho mejor ir haciendo camino por propia voluntad.

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