Mariana llegó sola a Alemania para trabajar en una empresa de ingeniería. Como sabía que se sentiría sola se llevó consigo cinco flores con sus correspondientes macetas. Cada flor simbolizaría un pilar fundamental en su vida de manera que en aquella temporada lo tuviera muy presente:

La flor número uno: la llamó Familia.
La flor número dos: la llamó Carlos, como su novio que se había quedado en España.
La flor número tres: la llamó Chicas, en alusión a su grupo de amigas.
La flor número cuatro: la llamó Mar, con el dinero que consiguiera ahorrar esos años quería comprarse una casa cerca del mar.
La flor número cinco: la llamó Yo, esta flor la representaría a ella sola, sin ningún artificio ni añadidura.

Colocó las cinco macetas en la jardinera de la ventana de su habitación. No todas las flores eran iguales, tenía una predilecta, no vamos a decir cuál porque no importa mucho. Precisamente era ésta la flor que demandaba de ella más cuidados, era la más bonita de todas y la más envidiada por los vecinos que compartían su patio de luces.

En aquel vecindario se celebraba anualmente un concurso de jardineras que Mariana se propuso ganar. Sabía que con su preciosa flor, la miss de las flores, no tendría competencia.

El trabajo le absorbía la mayor parte del tiempo y cuando llegaba a casa se dedicaba en cuerpo y alma a su flor, la regaba, la podaba y cambiaba la tierra cada poco. De vez en cuando retocaba el resto de las macetas pero sin prestarles demasiada atención, eran flores duras y no necesitaban demasiado atención, siempre estarían ahí, fuertes y seguras.

Mariana notaba que su flor preferida requería un cuidado extremo pero…era su única opción de ganar. Dobló la cantidad de agua y de abono que echaba en su maceta, hasta la cubrió con un velo por miedo a que cualquier insecto pudiera romperla. Se acercaba el día del certamen y la obsesión de Mariana por su flor se acentuó, llegaba de trabajar y se quedaba a su lado vigilando que ninguna abeja le robara su polen. Mientras más celo prestaba a la miss de las flores mayor era su fragilidad.  

A falta de una semana su flor estrella se había mustiado y apenas el tallo se tenía en pie. Tal fue su decepción que no abrió la ventana hasta el día del concurso: - Al menos - se dijo entre sollozos - Mis otras cuatro flores, las que nunca me fallan, la fuertes y agradecidas, me permitirán hacer un buen papel.

Cuando el jurado pasó a inspeccionar su ventana se encontró cuatro macetas resecas y una inundada de agua sobre la que flotaban los pétalos marchitos más bonitos del mundo.

Responde a estas preguntas:

¿Centras todos tus esfuerzos en un solo pilar de tu vida? ¿Cultivas todos los días, en mayor o menor medida, todas tus macetas aunque no tengas ganas ni tiempo? ¿Es posible ser feliz triunfando en una sola faceta de la vida por mucha importancia que le otorgues?

Espero que os haya hecho pensar y déis vuestra opinión en este foro.

¡Un abrazo!

José Ángel Caperán

Twitter @Jcaperan

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