Tus ojos y los míos no ven lo mismo, te lo aseguro. ¿Sabías que el mundo en realidad no existe sin nosotros? Somos nosotros los que creamos el mundo a través de los sentidos. Además la percepción de nuestros sentidos está condicionada por la emoción que nos causa lo que tenemos delante. Sólo las personas que sientan lo mismo hacia algo pueden decir que están viendo lo mismo que nosotros.
Si estoy aliviado porque he perdido el empleo puedo ver una oportunidad en ello; si estoy aterrado porque he perdido el empleo puedo ver una tragedia ante mis ojos. Insisto: no hay visiones oficiales de cada situación en la vida, que no te engañen, que no te contagien con ese supuesto “oficialismo de la depresión” por perder un trabajo, por acabar un matrimonio, porque se independice el niño o porque acabas de perder un brazo.
Hablemos también de las emociones que sentimos hacia personas. En la película “Amor ciego”, una comedia romántica protagonizada por Gwyneth Paltrow, un chico superficial e inmaduro se enamora de una chica obesa con la que disfruta los mejores momentos de su vida, aunque él realmente sufre una alucinación en cada encuentro que le hace verla como una modelo. Afortunadamente esto ocurre con frecuencia, nuestros cinco sentidos se quedan a merced de la emoción que nos hace sentir esa persona. Si me cruzo por la calle contigo, y tú me causas indiferencia, para mí has sido invisible. Si siento odio por ti, todo tu cuerpo se volverá una provocación, tu olor será nauseabundo, tu tacto áspero, tu voz desquiciante y tu imagen repugnante en cada poro por muy atractivo o atractiva que seas.
Sin embargo, la emoción que más distorsiona nuestros sentidos es el amor, se trata de la única forma de que el ser humano pueda mantenerse junto a otro hasta el final de sus días sin que nos impacten los estragos del paso del tiempo. Un niñato me dijo una vez: “cuando sea viejo no me veo teniendo sexo con una anciana, qué asco”.
Conocí a Nazaret, una mujer que decía haber amado tanto a su marido que no podía recordar su cara si no era mirando una fotografía.
Consuelo se sentía horrible porque ya no podía recordar la cara de su hijo que había muerto al año de nacer, de eso hacía ya 30 años. No tenía fotos, sólo la huella inmensa de un sentimiento profundo que permanecía ocupando sitio en su pecho sin forma concreta.
Fue al conocer a personas que habían amado intensamente, hasta el punto de obnubilar sus sentidos, cuando tomaron sentido unos versos que Marina, una anciana de 83 años, me mostró como la última carta de su marido. El final había sido un enigma para mí hasta que supe lo que era sentir amor: “No te cubras las huellas del tiempo, no te avergüences de ellas, porque cuando me enamoré de ti dejé de mirarte con mis ojos y desde entonces te veo tras mis costillas como un voyeur tras una persiana veneciana”.
Respóndeme: Tú… ¿Ves acorde a lo que sientes?
José Ángel Caperán
Psicólogo Nº Col. O-01888
C/Magnus Blikstad nº21 entresuelo D. Gijón.
Telf. cita previa 984 052 925 y jacaperan@gmail.com
5 comentarios
# PAUL Responder
18/11/2011 01:26PIENSO QUE ACTUALMENTE SE SIENTE LO QUE SE VIVE, PERO NO SE VIVE LO QUE SE SIENTE
# sentimiento Responder
18/11/2011 18:38Mi sentimiento me da la vida y la esperanza...de volver a verla un día más. Ella inspira y soy sentimiento, no razón. La vista es muy selectiva y el oído también y puedo identificarla sólo por su perfume. La soledad me mata porque sólo me siento a mi mism
# Pepelin Responder
18/11/2011 19:25Vivo mecanocuánticamente. Al vivir, observar, cambio la realidad. A veces pienso, otras siento y mis espectativas cambian continuamente. Que razón tenía la Santa: vivo sin vivir en mi, y tan alta vida espero, que muero porque no muero.
# Tom Responder
18/11/2011 19:29Ehorabuena por los post de este blog son amenos, y, sobre todo, muy interesantes. Por cierto, yo con mi básico sistema emocional, heredado de reptiles, mamíferos y humanos me defiendo como puedo. La ayuda para navegar mejor será bienvenida.
# José Ángel Caperán Responder
08/12/2011 10:07La prueba del algodón a la hora de tomar decisiones correctas en la vida es hacer caso a la emoción que te provoca ese resultado más que a los pensamientos que intentas provocarte. Si, racionalizándolo, resulta que la emoción es la que falla buscad ayuda.