En Asturias existen lugares con nombres peculiares, que sin embargo desconocemos su origen. Este es el caso de un hermoso sitio a la orilla del mar en  Gijón, llamado La Colina  del Cuervo. Su nombre encierra una leyenda poco conocida.

Los antiguos pescadores de Cimavilla estaban aterrorizados por la presencia de un cuélebre que tenía su guarida en una cueva en el Cerro de  Santa Catalina. Cuando los marineros salían con sus barcas a pescar, el cuélebre se lanzaba al mar destrozándoles las embarcaciones y devorando hombres y pesca. Así ocurría una jornada tras otra para desesperación de los “playos”, hasta que a uno de ellos se le ocurrió pedir ayuda a un ermitaño que vivía en una cueva cerca de La Providencia.

Los pescadores le explicaron al sabio sus desvelos y éste después de meditar aceptó ayudarles.

Para ello les pidió lo siguiente:

Debería salir al mar en una barca acompañado de una doncella huérfana. En la embarcación llevarían una rama de lloreru , una cuerda y una gran piedra. A los marineros les pareció un poco extravagante la petición pero aceptaron sin dilación.

Al amanecer el anciano acompañado  de una joven cuyo padre había fallecido victima de los ataques del cuélebre, salieron hacia el mar. Previamente el ermitaño había prevenido a la muchacha que llevase consigo el laurel y que cuando viese aparecer al monstruo alado por nada del mundo se desprendiese de la planta sagrada .Cuando el cuélebre vio aparecer la barca en las aguas, se lanzó presto a devorarlos. Al emerger del agua  la doncella puesta en pié alzó la rama de lloreu delante del monstruo. Este quedó quieto de miedo pues la pureza de la virgen  y la planta sagrada tenían gran poder sobre el mal. El ermitaño aprovechó para amarrar la cuerda con la piedra alrededor del cuello del cuélebre pues ese es su único punto débil, haciendo que se hundiese en el mar ahogándose.

Los pescadores al verse libres del monstruo  le ofrecieron al anciano dinero y una casa para vivir. El ermitaño denegó tales ofrecimientos. Solamente les pidió que cuando tuviese necesidad de comida, o estuviese enfermo, soltaría un cuervo que volaría sobre la colina para que los habitantes de Cimavilla lo viesen y pudiesen así  acudir en su ayuda.

El anciano continuó viviendo en su cueva y cuando requería algún tipo de ayuda, el cuervo entonces sobrevolaba la zona.

Espero que os haya gustado esta historia.

Saludos a tod@s.