Hoy en día no le damos importancia algo tan básico y tan importante en la vida tradicional como el pan. Vamos al supermercado y compramos cualquiera de las amplias variedades que el mostrador no ofrece. Pero para nuestros antepasados no solo era alimento si no que su fabricación representaba el paso de la escasez a la abundancia, convirtiéndose en todo un ritual, donde la mujer una vez mas era la protagonista. 

Esta requería de experiencia y tiempo así que la libraba de otras tareas de la casa. Se vestía con ropa limpia y no podía tener la regla porque entonces el “formientu” no subía.

El día anterior se preparaba la leña  para  hacer el fuego,  que era de haya o de roble normalmente. Se hacía el “furmientu”, que se elaboraba con levadura, un poco de harina, agua caliente y sal, y se dejaba reposar tapado con una sábana hasta el día siguiente.

El día de la elaboración que solía ser cada diez o quince días, se preparaba el fuego. Las brasas se metían en el horno para que se calentase.

Este podía estar dentro o fuera de la casa pero la boca siempre dentro de la cocina. Estaba construido en piedra en forma cilíndrica. La boca cuadrada, formada por cuatro piedras grandes, la de abajo, denominada solera, y las de los lados, cantales.

Se preparaba la harina piñerándola para que quedase limpia de  cáscara de cereal, se añadía agua, sal, y el “formientu”. Se iba amasando con las manos hasta que quedase suficientemente fina y nos se pegase a las manos. Se partía  y se volvía a amasar dándole  las formas deseadas.

Mientras se amasaba se había que persignar diciendo: “En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.Después se realizaban cuatro cruces sobre la masa diciendo: Como “la Virgen maría creció  en Gracia”.

Cuando los panes tenían forma se colocaban sobre una sábana y se tapaban para que el pan subiese y abriese pero sin dejar que se pasase  porque entonces amargaba.

Cuando el horno ya estaba muy caliente se retiraban las brasas con una escoba de “lloreu”, la cual se usaba para una hornada nada mas. Otros tipos de escoba no servían ya que se estropeaban con el calor. Entonces se iban metiendo los panes en el horno y se le ponía la tapa. A continuación se hacía la señal de la Cruz con la pala diciendo: "Dios te bendiga, Dios te crezca, Dios te faga bien, pan de mesa".

El pan al ser considerado como algo sagrado, no se podía derrochar, ni vender, ni tirarlo, y si se caía, se cogía del suelo y se besaba. Tampoco se daba a los animales, solamente a las vacas  cuando parían ya que se las consideraba casi como de la familia.

Las hogazas nunca se colocaban al revés, ni se las golpeaba. La persona de más edad era la que las cortaba realizando antes de ello una cruz con el cuchillo, pero nunca clavarlo en vertical.

El pan mas apreciado era el de escanda, que según se cree, fue introducido por los romanos en Asturias proveniente de las tribus germánicas, ya que aguantaba  mas que el resto de los cereales. El pan de trigo solo se amasaba en festividades y acontecimientos sociales.

Me gusta hacer pan en casa de vez en cuando, y aunque existen artilugios modernos para amasarlo y no dispongo de un buen “fornu”, siempre realizo esos pequeños rituales y  oraciones, para no perder la tradición.

Os animo a que vosotros también lo intentéis.