Es la próxima prueba de la enésima selectividad, un pájaro extinguido en la educación que nos da la vida urgente. Las necesidades primarias de aquellos días fueron no pasar hambre, la higiene, la puntualidad, la urbanidad y el respeto. Suena bien, pero en la Constitución hay que leerlo entre líneas. Es más sencillo poner el buscador de la frivolidad, o de la alarma. Pájaro dulce de la juventud. El décimo mandamiento es, por lo general, el que hace reflexionar a los descreídos, y asustarse a los creyentes. Es el último para todos: para quienes tienen que dar marcha atrás y para aquellos a los que se les acaba la lista de la compra de la fe. Los cánones, el canon, es siempre un decálogo por culpa de Moisés, el hombre 10. Al margen de cualquier exégeta con ganas de turbulencia, los números redondos, esos que tanto odian los genios, son los más sencillos para los pecadores. No es necesario ser de letras –en aquella famosa división gremial y racista que nos diferenciaba de los de ciencias y ficciones. Un químico lee el doble que un escritor, y un novelista se quema con cualquier fórmula de laboratorio, aunque sea inofensiva. Los tiempos nuevos han resucitado el catálogo de decálogos para sobrevivir: las mejores 10 maneras de ahorrar en la cesta de la compra; 10 consejos antes de firmar una hipoteca; las 10 gasolineras más baratas; aprenda inglés en 10 meses; cómo aprender a conducir en 10 clases. Las cuentas atrás se inician en el 10, los cohetes que van a Marte se lanzan en el número cero, como se disparan las pistolas en las pistas de atletismo. No hay nada después del número 10, no existe el undécimo. Contar de veinte en veinte es para privilegiados y para aquellos filibusteros que desean los bienes ajenos.
FOTO: Numerales romanos en el Cutty Sark,
1 comentario
# IMeaQqhtWBUAmG Responder
07/10/2011 16:58Great stuff, you hpeled me out so much!