Vaya pollo con la Capital Europea 2016 (¿les suena?). Después de 48 horas, o cuatro años, de ruidos tensos, de presupuestos desmesurados, sobre todo en algún caso, y de competición declarada como sana la ganadora es… San Sebastián. Bien, la cordobesa más famosa de la era actual, mejorando la Mezquita, ha dicho: “Es un magnífico error”. Rosa Aguilar, exalcaldesa de Córdoba y futura exministra, pudiera haberse quedado ahí, pero no. Va por aquí: “Es manifiestamente injusto, ya que no se puede esgrimir que designando a Donosti se contribuye a la paz porque son dos cosas distintas… El camino hacia la paz se refuerza dejando las armas y diciendo punto final”. Juan Alberto Belloch, también famoso exministro y ahora alcalde de Zaragoza (otra ciudad exaspirante) dice: “La elección es un disparate total y ya tendrá tiempo el jurado de arrepentirse. Un gobierno municipal presidido por Bildu no merece ser Capital Europea de la Cultura”. ¿Qué culpa tendrán los donostiarras de ir a las urnas? No se me entienda mal: el camino recorrido para llegar a esta capitalidad ha sido largo, y si ha tenido color político ha sido un tanto arco iris. San Sebastián ya es capital cultural de por sí, como lo son muchas pero un poquito más. El cine, el jazz, la Concha, Igueldo, el Bataplán… Aguilar y Belloch se indignan ante sus ciudadanos indignados, y no precisamente por esto. Vaya rostro, piénsenlo bien. Habrá tentaciones de decir que la decisión es por cercanía a Francia, la Europa que recibimos. Que Donosti lo pase bien el 2016, como se merece. Año en el que, por cierto, tal vez ni Aguilar ni Belloch hagan ya declaraciones.
(Gracias a ambos, Aguilar y Belloch, por
escribirme la mitad del comentario).