El inefable, el ínclito, Javier Krahe, genio y figura, salió la otra tarde de un juicio digno de sus mejores creaciones para manifestar que es un hombre “fuera de la grey”. Krahe se sentó en el banquillo por causa, nunca mejor dicho, de un alambicado proceso que venía casi, casi desde la noche de los tiempos. Un cortometraje rodado en 1977, que posteriormente integraría una película acerca del cantautor, utilizado en una entrada de video para despedir un programa de televisión hace unos años… En este laberinto espacio--tiempo, expliquemos que el contenido fundamental del citado cortometraje era una serie de consejos para cocinar un crucifijo. Krahe fue llevado ante el juez acusado de “ofensa a los sentimientos de los miembros de una confesión religiosa” y “escarnio de dogmas, creencias o ritos”. La presencia del hereje ante esta hoguera con tufillo predemocrático ha sido valorada por la progresía al uso como un homenaje a la creación. Siendo cierto y quizás digno de apoyo, tal vez un buen momento para ello, resulta siempre un tanto mezquino llegar a extremos no deseados para reconocer la labor de gente tan inquebrantable como los borrachos de la canción. Javier Krahe cruzó su destino en el paseo de la fama en la sociedad que mantuvo con Joaquín Sabina y Alberto Pérez en La Mandrágora madrileña, en los tiempos de la década de la libertad en la España incipiente de García Tola, Vázquez Montalbán, Pepe Hierro y Javier Mariscal. Antes, en los años más tremendos, estos santos de iglesias paganas se escondieron en trabajos magistrales, discos de versos sombríos a plena luz del día. Moncho Alpuente y ‘Desde Santurce a Bilbao blues band’, ‘La romántica banda local’, ‘Desmadre 75’, ‘La charanga del tío Honorio’, el mejor Jaume Sisa… Una nómina impagable de nombres que abrieron la brecha hacia la normalidad haciendo de la complicidad y el triple lenguaje el divertimento en el extraño camino hacia el sentido común. Krahe, el heredero de George Brassens en la tierra, pululó por esos terrenos pecaminosos, rebeldes e incluso provocativos con versiones y composiciones que se han convertido en clásicos de la parodia y la rima inteligente. Parece mentira que hoy, en el año 2012, lo juzguen los savonarolas que acechan los caminos. A mayor gloria de Krahe (para quien Wyoming pide que le conmuten la multa por el rezo de tres Avemarías), estos requiebros absurdos de una sociedad acomplejada por varios de sus puntos cardinales devuelven su discurso, tan monótono como genial, a los altavoces del sendero, esos susurros que guían a los peregrinos ácratas que se escapan de la inquisición habitual.
FOTO: Scene from an Inquisition, by Francisco de Goya.