Las gotas en el océano es el magnífico eufemismo para las cosas leves, muy pequeñas. Si eres o haces como una gota en el mar, vas jodido. Esta gran metáfora de uso popular, en el buen sentido de la palabra, ha derivado al cabo del tiempo en un protagonismo nunca solicitado, sino todo lo contrario: la gota que rebasa el vaso (mucho menos volumen que un océano) es cosa grave, y muy grande, y propensa al barullo, por ponerle algún nombre al escándalo. Venimos de unos años de más de mil kilómetros mirando a derecha e izquierda para que no nos atropellen, y de cuando en cuando haciendo un alto en el camino para alucinar con tanto caradura. Son estos días de un poco de mala hostia, ni todos los árboles ocultan el bosque, ni todos los dedos miran a la Luna. El asunto del presidente del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo (sólo con escribirlo ya impone) salta las alarmas, todas las célebres y pelmazas líneas rojas, delgadas o gruesas. Quizás parezca un tanto moral, no por pretensión, sino porque lo es: ¿Qué tipo de conflicto puede, a partir de ya, llevar su firma? Efectivamente, y mal que nos pese, quedan tantas cosas…
ILUSTRACIÓN: Ilustración de Galileo (1616) sobre las fases lunares.