El Gobierno recomienda el uso de cadenas en 18 puertos asturianos, pero nada dice de utilizarlas por las calles de la ciudad, por las escalinatas del negociado o por los pasillos de las administraciones públicas. El Ministerio de Supervivencia y Precariedades debería haber ordenado por decreto ley, hace ya mucho tiempo, el uso de cadenas en las negociaciones de los convenios colectivos e incluso en las de los presupuestos para el presente ejercicio. Esos mismos que han dado al traste con la legítima votación del 22-M del 2011, cuyos resultados al parecer ataron de pies y manos a los sesudos fontaneros del partido del Gobierno y otros, los que ahora nos recomiendan el uso de cadenas. Por fin las listas de los candidatos parecen adecuarse a la velocidad de la vida, y con la celeridad a la que obliga la siguiente convocatoria electoral, marcada sin cita previa, se desordenan estrepitosamente para asaltar la campaña como si fuesen nuevos. Unos regeneran  su ADN aparcando pasados recientes, otros invalidan lo de antes de ayer y pasan a la reserva a los soldados que se partieron el cuero contra el poder apenas establecido en la trinchera de la leve legislatura. Y el partido del Gobierno en funciones, para evitar desórdenes, gestiona el clima sin aparente éxito. El aforismo aristotélico de que la política es el arte de lo posible se transforma estos días tremendos en una vaguedad conceptual en la que predomina el utensilio por encima del raciocinio. Arde la nieve.  

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