Dosmil Oncedoce

Dosmil Oncedoce

“Una sesión de circo se iniciaba en la constelación decimoctava” . Así, aunque no se refleje en la hemeroteca joven pero densa  y brillante, por qué no, de AM, comenzaba en tiempos prenatales la reflexión de una de las islas de este archipiélago sito en un continente aún desconocido. El compás y los mapas, y el cuaderno de bitácora de los capitanes de Verne, los descubrimientos herejes, asombrosos, de los pensadores oscuros del Renacimiento, la salvación de un barco de mercenarios negros a las órdenes de un príncipe descabalgado por osadía de las coronas de Castilla, Navarra y tierra franca, el dolor de las brujas quemadas en la hoguera de la inquisición de los terribles tiempos de la noche de piedra… Y así hasta nuestros días, fijados por la brújula de otra vez los poetas: “Definitivamente, parece confirmarse que el invierno que viene será duro…”. Estas experiencias, tal vez ensoñaciones, son sólo el instante de una correspondencia –léase como parejo de cuestión epistolar-- entre esa extraña realidad que ha derivado en estos días atroces, los de una tormenta que pensamos que no era la adecuada para nuestros esfuerzos. Quien haya hecho méritos para no creerse deudor de sus motivos que levante el brazo que le queda. Quien todavía pueda rimar un par de líneas, que lo diga. En la satisfacción de asumir los errores está la autoridad de poder decir algo, al menos lo que piensa. De este modo, con la fragilidad que da la contundencia, con la aquiescencia de Gerardo Diego, de Jaime Gil de Biedma y de la Enciclopedia Británica, este Alégrame el día felicita el tránsito dosmil oncedoce a quienes corresponda. Podría citar de memoria débil a casi todos, pero por no dejarme a alguien no sólo no cito a ninguno sino que cito a todos. Este año que termina con el inicio de otras vidas tiene, cuando menos, la sensación tan agradable, tan insólita y tan nada desdeñable de este soporte que soporta libertades que en otros lares, que en otros lobbys, son cantos huidizos,  y ni siquiera de sirenas.  

 

1 comentario

  • # COMPAÑERU Responder

    30/12/2011 21:15

    Estos tiempos necesitan más poesía y menos mercado, más filosofía y menos economía, más payasos y menos políticos. Sigue alegrándonos los días

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