Si cogiéramos una rana y la metiéramos en una pota con agua caliente, esta saltaría de la misma de inmediato, pero si la metemos en agua fría y la calentamos lentamente se adaptaría al cambio de temperatura de tal forma que cuando se diera cuenta estaría cocida. Esto es un símil de lo que nos está pasando con las tecnologías, que sin darnos cuenta casi todo el mundo está enganchado.
Desde 1990 en adelante el hombre cambio con las nuevas tecnologías su forma de vivir, comportarse, relacionarse, enamorarse, conocer, viajar, comunicarse, aprender, comprar, vender y sobre todo la forma de trabajar o producir, esto es promovido por la comunicación on line, siempre conectados o preferiblemente siempre enganchados.
Hoy nos venden que tenemos que mejorar la productividad, que tenemos que trabajar más horas, pero lo que no nos dicen es como hemos llegado a ser personas con una fragmentación productiva, trabajando al día mucho más de diez horas. Lo explicaremos de forma simple, en 1990 nadie tenía móviles interconectados todo el día, quedabas con los amigos para tomar un chato de un día para otro, si les querías mandar un recado realizabas una llamada desde casa o desde el trabajo y aquí se acababa el tema, hoy con los nuevas tecnologías, enciendes el ordenador o el móvil y tienes trescientos correos , que muchos de ellos no tendrás tiempo ni a mirar o serán simplemente pijadas perdiendo el tiempo más valioso que es el de vivir, divertirse, hacer deporte, o simplemente tener tiempo para ti , para pensar, recapacitar o descansar, ya que el ser humano descansado es más productivo.
Estas tecnologías nos están quitando cosas esenciales para nuestra supervivencia, que es la capacidad de observar y aprender, y probablemente harán que las vidas de nuestros hijos sean más frenéticas, más dirigidas, más productivas, menos caprichosas y menos lúdicas, por consiguiente les estamos enviando al matadero de forma directa y convirtiéndolos en maquinas de consumo para las grandes multinacionales.
Cuando una gran empresa te contrata, tu dedicación no es de solo ocho horas, más si tienes que viajar, ya que lo que no cuenta son las horas que te tiras en los aeropuertos o en la carretera para poder volver a tu casa después de una semana laboral, os lo digo por experiencia propia. Encima la interconectividad que hemos generado, hace que todos aquellos que llevan un teléfono de última generación conectado a internet te frían a correos en tu tiempo de asueto, más los directores generales o los jefes directos que tengas en tu trabajo, para enviarte recados urgentísimos que no pueden esperar al comienzo de la semana, ya que para hacer él la pelota, los quiere enviar con urgencia, en fin pijadas y chorradas de un mundo fragmentado.
La fragmentación en el trabajo alcanza toda nuestra vida sin darnos cuenta de ello, solo tenemos que dividir el horario laboral en pequeños fragmentos con las cosas que desempeñamos y ver que llegamos a casa y seguimos con esos pequeños fragmentos que nos preocupan, acabamos de cenar y nos enganchamos otra vez para ver si podemos solucionar el problema, no dándonos cuenta que lo estamos aumentando, al no descansar o tener tiempo para nuestra familia.
Por consiguiente estas tecnologías hacen que seamos mucho más productivos de lo que nos parece y de los sueldos que nos pagan por trabajar, dependiendo siempre del puesto y del cargo que desempeñes, en resumen las grandes empresas saben que tu sueldo estará supercompensado al quitarte tu propia vida, por este motivo no es de extrañar que gente inteligente en altos cargos, abandone su puesto para dedicarle más tiempo a la vida, involucrándose en negocios menos exigentes pero con las mismas rentabilidades económicas.
Nuestra orientación está guiada por intereses que se escapan a nuestro poder, nuestra vorágine diaria hace que no nos paremos ni un minuto y eso nos lleva a ser los grandes siervos de un sistema manipulado, simplemente para un consumo personal y productivo desmesurado.
Como dice Lynda Gratton catedrática en la London Business School, “cuando nuestro tiempo se fragmenta, lo primero que se pierde es nuestra capacidad de concentración”, por este motivo primordial, cada vez somos más mediocres en el trabajo, es decir la excesiva fragmentación de nuestro día laboral nos impide de disponer del tiempo de la oportunidad, o de la concentración necesaria para llegar a ser realmente bueno en algo. Esto no significa que las personas no realicen bien su trabajo, la cuestión es que nunca aprendemos con esta sistemática a ser realmente buenos en lo que desarrollamos, por consiguiente es el sistema el que nos lleva a no ser productivos y no las personas. Para ser un experto en algo, se necesita tiempo y concentración, si esto no está disponible, comienza el problema.
EL psicólogo Daniel Levitin en su investigación sobre individuos que han llegado a dominar una habilidad, demuestra claramente la importancia del tiempo y de la concentración. Al analizar la vida de diferentes personas, llego a la conclusión de que todos tenían una cosa en común, la capacidad de concentración en largos periodos de tiempo, para desarrollar el dominio de sus conocimientos, de hecho, se dio cuenta de que se requiere un tiempo promedio de 10.000 horas para adquirir el dominio de cualquier habilidad, esto equivaldría a capacitarse y concentrarse durante tres horas al día por un periodo de diez años. Esto sería la perfección pura, pero no tenemos que llegar a estos extremos, con desfragmentar el día de momento nos serviría y olvidar la dependencia de la tecnología un poco.
Un dato relevante para ejemplo de productividad, en mi blog personal www.mockmokc.es el mayor índice de entradas está comprendido en las nueve de la mañana, once y cuatro de la tarde, estas horas son horario laboral de muchos personas, por consiguiente algo falla en el sistema.
Los índices de calidad productiva más elevados se alcanzaron a finales de 1989, donde la tecnología no estaba aplicada a la producción, donde las comunicaciones no eran tan rápidas, pero donde la calidad del trabajo era la máxima, el tiempo de producción era el adecuado y donde las industrias no perdían el tiempo, esto nos puede llevar a pensar que los controles de calidad se crearon para suplir lo que vendría después con la aplicación de estas tecnologías.
No hay mejor proceso de calidad que realizar bien el trabajo a la primera! Así no se derrocha nada, cuando tienes que realizar control de calidad es que algo no estás haciendo bien o no confías en lo que haces, ya que si al final del proceso productivo identificas los defectos, todas esas materias primas utilizadas serán perdidas empresariales y de recursos naturales ,de esto nos pueden enseñar algo los Japoneses.
Desenganchémonos!