No es que abunden los motivos para el optimismo, de hecho, la relación de quejas y lamentos podría ser larga y tediosa: recursos energéticos escasos e insostenibles, graves problemas medioambientales, injusticia social, globalización financiera, incremento de la incertidumbre, crisis económica mundial, y lo peor: ausencia de líderes capaces.

Pero sí que abundan las posibilidades de mejorar la situación.

Es tiempo de cambios, de emprender nuevos proyectos, de ilusión, de esperanza, de creer en nuestras capacidades, de confiar, de cooperar, de compartir, de sumar talento, de aparear ideas, de transformar viejos y caducos paradigmas, en nuevas y vigorosas oportunidades generadoras de más justicia, de más progreso, de más prosperidad, y de mayor satisfacción colectiva.

Y es, sobre todo, tiempo de relevos generacionales, eso sí, sin perder de vista la experiencia, el talento y la capacidad, sea cual sea la generación del que los tenga.

Muchos de los problemas actuales, requieren soluciones radicalmente nuevas, radicalmente innovadoras. Las ideas que los resolverán vendrán de la mano de la imaginación, la motivación, y la alta formación de muchos científicos jóvenes: ingenieros jóvenes, artistas jóvenes, economistas jóvenes, políticos jóvenes, líderes jovenes, mentes frescas y abiertas al cambio.

Los jóvenes tienen que participar, es de justicia intergeneracional. Es necesario, es inteligente, es oportuno, y es, o puede ser, la solución.

Toca poner en valor el alto patrimonio de una juventud formada, comprometida, imaginativa, creativa, dispuesta, con valores, y además digital.

Es su turno.

Nos vemos. Besitos. Click.