Alimentarse es asunto muy serio.

Somos lo que comemos. Esta afirmación es tan popular como cierta.

Simplificando: si comemos bien, viviremos bien. Nuestra salud física y emocional funcionarán satisfactoriamente.

Las reglas de una alimentación saludable son sencillas y fáciles de comprender. Eso sí, no hay posibilidad de trucos ni de atajos. No sirven los regímenes locos, ni las dietas milagro. Sólo es útil cumplir la simple norma de equilibrar ingesta de calorías con consumo energético, en función de la actividad física de cada uno.

Igualmente, y siguiendo las recomendaciones del más grande nutricionista de todos los tiempos: el doctor Grande Covián, es conveniente comer de todo en pequeñas raciones. Abundancia de hidratos -en torno a un sesenta por ciento de la ración diaria-, el resto proteínas y lípidos. Estos últimos en escasa cantidad, y, sobre todo, de la mejor calidad posible. Mucha fruta y verdura. Y fibra, la reciente aportación de las dietas saludables, que nos ayuda con el tránsito intestinal. Sencillo ¿no es así?

La buena vida, la salud, la felicidad, y el buen funcionamiento de nuestra máquina biológica y emocional, está en juego. No compensa ponerlos en riesgo. Es cuestión de inteligencia, de sentido práctico y, por supuesto, de sentido común.

El entrenamiento mental ideal consiste en conseguir que nos guste lo que nos conviene. Así de fácil y de complejo. A cambio, larga vida, vida sana y feliz.

El objetivo: disfrutar comiendo saludablemente.

A este modo inteligente de alimentarse, lo llamaremos "ORTOGASTRONOMIA". Pero esto os lo contaré con calma, otro día.

Nos vemos. Besitos. Click.