Para muchos, la mayoría, el precio es un determinante filtro.
Es fácil asociar lujo a precio caro. Nos convence, a casi todos, el argumento de un precio alto como sinónimo de gran estilo, elevada satisfacción, y cualquier otro calificativo vinculado a la calidad de servicios o productos.
Seguro que podemos recordar alguna experiencia de compra en la que, ante una oferta abundante de productos de los que no sabemos su precio, nos parece que siempre escogemos con facilidad el más caro.
¿Por qué será que siempre me gusta el más caro? Qué ojo tengo siempre, que escojo el que más cuesta!. No falla, siempre me fijo en el de la etiqueta de mayor precio. Os suena todo esto? será un “dejá vu”?.
Vamos con la prueba del algodón: ¿Es verdad que lo más caro es mejor, nos gusta más, y, sobre todo, nos da más satisfacción?
No hace mucho en una universidad de California se realizo el siguiente estudio: a un grupo de voluntarios, a los que se monitorizó con un escáner cerebral, para verificar la biología de sus pensamientos y conducta, les ofrecieron probar dos vinos, ambos Cabernet Sauvignon. Uno costaba 90 dólares la botella, y el otro 5 dólares.
Los participantes en la prueba sabían el precio de cada vino antes de probarlo. El resultado del experimento fue que mayoritariamente preferían el caro al barato. Pero como se trataba de una prueba neurocientífica, la clave estaba en verificar, mediante la medición del escáner, si efectivamente se producía mayor actividad en la zona cerebral del placer cuando los voluntarios bebían el vino de mayor precio, que, a su vez, era el que decían que les gustaba más.
De esta manera se confirmaría si la percepción subjetiva estaba en coherencia con la mayor satisfacción medida de forma objetiva.
Y efectivamente el vino caro era no solamente el que más había gustado, sino que también era el que, según el escáner, producía más placer. Todo según lo previsto. Prueba superada, definitivamente, preferimos el vino caro.
Una pequeña aclaración nada más: los científicos habían cambiado la etiqueta de los vinos, por lo que el vino realmente barato tenía la etiqueta del caro, y viceversa.
Es increíble, pero cierto. Como para fiarnos de los precios como garantía de calidad!
Fiémonos de nuestro instinto, funciona mejor.
Nos vemos. Besitos. Click.
4 comentarios
# Hormiguero Responder
06/07/2011 10:14Si no fuera por las etiquetas de los vinos y las vitolas de los puros y las marcas en general andariamos perdidos. Menos mal que el markéting y la publicidad nos ayudan a saber lo que nos gusta ¿? Excelente comentario
# Hoboken Responder
06/07/2011 16:03Hace tiempo leí que un polo Lacoste era un polo de 5 € con un lagarto de 50 €. Hoy en día podemos decir que la gente paga por imitaciones, con una calidad infima, con tal de llevar un logo. Prefiero llevar un auténtico Zara (uff, también es una marca!)
# yo Responder
11/07/2011 14:43¿habéis probado un vino riquísimo, extremeño, que se llama "Tentudia"?...
# Pepe Responder
11/07/2011 23:18Respuesta a "yo", sí lo probé hace unos ocho años y me había sorprendido favorablemente. Me cuentan que ha ido perdiendo algo de calidad, pero ahora me tienta volver a probarlo.