¿Cuándo se percibirá suficiente corrupción para que los ciudadanos se movilicen?
¿En qué lugar estará la línea fronteriza que divide lo aceptable de lo indignante?
¿Qué paso separa la resignación de la movilización?
¿Qué más es necesario que ocurra para que los ciudadanos sientan que el sistema político es insostenible, que no se puede más, que se ha superado la capacidad de aguantar?
¿Cuánta más injusticia, más insolidaridad, más destrucción del medio ambiente, más desigualdad, más falta de transparencia, más tristeza, más pesimismo, más sufrimiento, se necesita para que los ciudadanos se sientan animados a iniciar un movimiento sin paradas, sin pausas, sin retorno, cuyo objetivo irrenunciable sea conquistar un espacio político, económico y social, de justicia, de alegría, de optimismo, de creatividad, de paz, de libertad, de cooperación, de sostenibilidad, de, en denitiva, progreso para tod@s?
La diferencia entre los problemas, que amargan la vida de muchas personas, y las soluciones que permitan una vida digna y satisfactoria, está en decisiones políticas.
Aparentemente fácil ¿verdad?
Nunca en la historia humana se acumuló tanto conocimiento, tanto talento, tanta capacidad de producir, ni tanto desarrollo científico-tecnológico como ahora. Las posibilidades, manejando conveniente todo ese saber, de vivir una etapa histórica expansiva, creativa e ilusionante son muchísimas. ¿Cuál es el margen de riesgo?, pues, una vez más, las acertadas o equivocadas decisiones políticas.
¿Qué razón puede explicar que siendo ese potencial tan grande no lo utilicemos de la mejor manera posible? ¿Por qué perder la posibilidad, muy real, de tanto beneficio colectivo, para que se contraiga y quede solo en provecho de un reducidísimo colectivo de privilegiados: aprovechados, insolidarios, especuladores y corruptos?
Por supuesto, no se trata, ni mucho menos, de recuperar e instaurar viejas formulas políticas que ya han demostrado su fracaso. Claro que hay que valorar la iniciativa privada, el esfuerzo personal, los méritos, los valores, los incentivos y estímulos que desarrollen todo el potencial de la humanidad. Pero desde la justicia, la transparencia, la honradez, la solidaridad, la cooperación y, por descontado, desde la lucha contra la corrupción y la delincuencia económica y política.
Hay que perder el miedo, abandonar la pereza, pasar de la indignación a la movilización. Hay mucho que hacer, y hay que hacerlo pacíficamente, con inteligencia y en red.
Parafraseando a Cicerón: ¿Hasta cuando ¡corruptos! abusaréis de la paciencia de los ciudadanos?
Tahrir, Sol, Wall Street … plazas de la dignidad, ahí empieza la respuesta.
Nos vemos. Besitos. Click.
4 comentarios
# Reburdiano Responder
25/11/2011 23:27Cuando se siente desilusión, se enciende la luz ambar, cuando se siente dolor por tanta injusticia, se enciende la luz roja. El pesimismo colectivo es indicador claro de que las cosas pintan mal, y, lo peor, es pensar que fácilmente podrían ir mejor.
# Cancionero Responder
25/11/2011 23:34La música de este post recuerda las canciones protesta que tanto nos emocionaban en tiempos de falta de libertad. Ahora falta justicia y dignidad y hacen falta nuevas músicas que nos ayuden a percibir claramente estas emociones. Muy buen post, enhorabuena
# Sierra Responder
28/11/2011 13:55Ahora tenemos muchísimo potencial, pero también estamos sumidos en el pasotismo y la desidia y nos hemos acostumbrado a que los demás solucionen nuestros problemas. Es hora de que nosotros seamos "los demás". Bsos. http://coolandcold.blogspot.com
# La Duquesa DEL Alba Responder
28/11/2011 15:23Querida amiga: Píntalo como quieras, pero seguimos sin necesidades, todo lo tenemos cubierto; no falta comida, con la vestimenta nos apañamos, el botellón nos satisface, con el vicio de diseño barato vamos tirando, y de las injusticias de momento pasamos.