Jesse Owens, Federer, Michael Bolt, Emile Zatopek, Phelps...

Los mejores deportistas de todos los tiempos, en deportes individuales, donde sólo influyen ellos mismos, han mordido el polvo en alguna ocasión, pero ¿es imposible no perder en toda tu carrera, o encadenar una racha de victorias desde tu edad de madurez competitiva hasta el final de tus días en la pista? ¿No hay nadie que lo haya conseguido?

Hoy os traigo la historia de Alexander Karelin, el oso de Siberia.

Un hombre de 1,92 y 130 kilos de peso no suele ser flexible, no puede levantar la pierna por encima de su cabeza. Pero los hombres de Siberia no son normales.

Alexander Karelin nació a 1.750 kilómetros al Este de Moscú y pesando 6 kilos al nacer debía ser distinto. Con sólo 12 años ya medía mas que su padre, así que pronto se adentró en la lucha greco-romana. Estuvo a punto de dejarlo cuando se fracturó una pierna pero el tiempo de recuperación le sirvió para cultivar su espíritu y su mente, deboró todos los libros que encontró, de hecho se le considera un gran poeta actualmente.

El potencial de Karelin era monstruoso, cuenta que en una ocasión compró una nevera, la cargó sobre su espalda y él solo la subió hasta el octavo piso. Sus entrenamientos evidentemente tampoco fueron muy naturales, podía levantar 190 kilos o hacer los 3 kilómetros en menos de 11 minutos, le encantaba correr horas y horas con un metro de nieve y claro eso marca, tanto mental como físicamente. Sus oponentes hablaban incluso de que Alexander podía ser un experimento de la Unión Soviética con esteroides y anabolizantes pero siempre ha sido el mismo el que se ha ofrecido para todo tipo de controles.

Hombres fuertes siempre ha habido en la lucha pero ¿qué le diferenciaba?. Sin duda su famoso elevador, que consistía en lanzar a un oponente de mas de 120 kilos por los aires, por encima de su cabeza y estando este en el suelo y boca abajo. Algo que nunca había intentado nadie, una llave muy técnica propia de pesos ligeros. Cuando se ejecuta correctamente el "ascensor Karelin", apodado así en su honor, aporta 5 puntos. La primera vez que la usó, recuerda el propio Alexander, los rivales se asustaron y  partir de aquí reconoce que puede ver el miedo en sus ojos antes de un combate.

Ya de por sí los rasgos de un luchador no son muy "suaves", sus orejas parece que esten derretidas, del roce y los golpes el cartílago se separa de la piel, la oreja se llena de sangre y de fluidos que al solidificarse dan ese aspecto. Los ojos de Alexander ayudaban a dar ese pinta de asesino ruso además de la cabeza rapada que eran el cocktail perfecto para que sus rivales temblasen sólo con ver su nombre en los cruces.

Karelin estuvo del 87 al 2000 sin perder un solo combate, pero es que en todo ese tiempo ¡no cedió ni un sólo punto! Algo improbable en un deporte así en el que no se ve con frecuencia que alguien gane con cero puntos en su contra. Nadie lo ha vuelto ha lograr en ninguna disciplina ni lo hará.

Se llevó 3 medallas de Oro en Seúl, Barcelona y Atlanta, ganó todos los europeos (12) y mundiales (9) en esos 13 años hasta que llegó la fatídica final contra Gardner en los Juegos de 2000.

Rulon Gardner nunca había ganado el campeonato americano ni una medalla en el mundial, su mejor posición había sido  un 5º lugar. Fue un combate largo en Sidney, demasiado para un veterano luchador, en el tiempo añadido Karelin cedió a los 34 años su primer y único punto desde que con 19 años perdiese un campeonato nacional soviético. La soberbia con la que el americano se tomó la victoria ( dijo que Alexander era un caballo asqueroso) contrasta con la humildad que demostró el ruso, sería su último combate.

Ahora Karelin se dedica a la política y su doctorado y su intelecto están casi a la misma altura de sus hazañas deportivas, es un ejemplo para la comunidad y trabaja con ONGs.

Esta historia no la hubiese conocido de no haber sido por Martín Álvarez, uno de los mejores luchadores asturianos que con pasión me introdujo en el mundo de Karelin con estas palabras:

• "Este  es para mi un ejemplo de deportista solitario, puro, sacrificado, alejado de un concepto de estrella, que respetó su cuerpo, el de sus rivales y cultivó su cerebro.

  Fue el dominador de su disciplina más de veinte años, no perdió un solo punto en un deporte individual en el que no influye el material deportivo. Tiene el mérito de haber ganado todos y cada uno de sus combates durante 14 años, pero mayor aún es el mérito de haber perdido el último  por un punto, haberse levantado, y acto seguido saludar sinceramente a su rival y al entrenador de este .

• Alexander  Karelin nunca tuvo patrocinadores, nunca entrenó fuera de su tierra por  acceder a instalaciones, nunca tuvo una sola amonestación por comportamiento..."

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