No se sabe en qué terminará el procedimiento judicial del caso Bárcenas, pero se antoja que las cosas no se han hecho con la “pulcritud” con la que se podrían haber realizado. Estos días registraban la casa del arquitecto Urquijo que remodeló la sede del PP, porque se sospecha que cobró en negro parte de sus honorarios por aquella actuación (cerca de un millón de euros) y cuesta entender por qué no se ordenó hace tiempo un registro similar, antes de que pudieran desaparecer pruebas, en el edificio número 13 de la calle Génova y en los domicilios de Bárcenas. Seguramente fuera porque el juez Ruz no encontró razones para haberlo ordenado, como tampoco las tuvo para haber impedido campar a sus anchas por donde le vino en gana al señor Bárcenas, que estuvo viajando libremente por aquí y por allá pudiendo destruir y ocultar cuestiones que pudieran involucrarle fehacientemente.
Cuando nos falla el poder ejecutivo, envuelto en mentiras y en presuntas corruptelas, con un legislativo despiadado y apisonador amparado en su mayoría empeñada en despojarnos de derechos conseguidos tras años de lucha, justo ahora, es cuando más necesidad tenemos los ciudadanos de que las personas encargadas de administrar justicia sean verdaderamente independientes.
Posibilidades existen de apreciar la neutralidad judicial que no pocas veces queda cuestionada, y un buen momento es el actual, con casos como los Bárcenas, Nóos, Eres, Pokemon, Marea, Palma Arena, Palau…, en los que se encuentran envueltos personajes de la política y justo cuando acaba de comenzar el juicio contra el señor Fabra por tráfico de influencias, cohecho y fraude fiscal, por el que se solicitan trece años de cárcel para el expresidente de la Diputación y del PP de Castellón, después de diez años de instrucción cargada de variopintas triquiñuelas. Porque la verdadera sensación es que, en este país, el peso de la ley no es recibido por determinadas personas.
Y mientras tanto, se nos intenta vender que estamos saliendo de la crisis, que son constatables los brotes verdes, algo que al grueso de la ciudadanía le resulta imposible apreciar y que no parece que vaya a resultar sencillo de verificar, máxime cuando se presentan unos Presupuestos Generales del Estado para 2014 continuistas con las políticas de recortes.
Seguro que hay recuperación comprobable pero no para el común de los mortales. Alguno está haciendo el agosto, si endureciéndose las condiciones laborales y bajando como lo han hecho los salarios y las materias primas y los productos en origen, no paran de subir los precios de los artículos que llegan al consumidor. Para estos son los brotes verdes y para sus colaboradores necesarios que vienen vulnerando, sin ningún tipo de vergüenza, los compromisos electorales por los que se hicieron con el poder en noviembre de 2011.
Si hubiera recuperación perceptible no sería necesario que los PGE 2014 incidan en su carácter antisocial y de ajuste, con el único objetivo de reducir el déficit, sin importar lo más mínimo todo lo que se queda por el medio. Porque todo lo que no sea élite no merece consideración, ya lo hace Wert con su reforma educativa. Despreciables.
Imagen: ilustración satírica de Pawel Kuczynski