A tenor de lo que viene aconteciendo y de las medidas adoptadas por nuestro conservador gobierno, parece que los trabajadores, privados y públicos, son los auténticos culpables de la lastimosa situación en la que se encuentra nuestro país. Los elevados sueldos y la escasa productividad son los dos elementos que mayor incidencia han tenido en la coyuntura económica de la que, afortunadamente, y en palabras nada creíbles de nuestro presidente, el señor Rajoy, ya estamos saliendo.
Aunque la estrategia reiterada en la historia ha consistido en cargar la responsabilidad a las rentas del trabajo y dejar indemnes a las de capital, por eso de que aquellas “les afectan a otros y estas a nosotros”, si la salida de la crisis y el repunte económico patrio pasa por tener que soportar sueldos míseros y condiciones laborales dieciochescas, se podían ir a paseo todos los que dirigen la nave.
Así nos encontramos con ofertas laborales como la que solicitaba persona con idiomas, disponibilidad total y dos líneas de teléfono, para trabajo en casa y, a cambio, le ofrecía un salario de 400 euros. Simultáneamente se veían imágenes de la señora de Bárcenas saliendo de visitar al extesorero del PP de la cárcel donde está pasando unos días a la sombra. Ella, toda digna, aseada y enjoyada, disfrutando de lo que su media naranja ha ido pillando de aquí y de allá.
También se sabe que el señor Correa, el de la Gürtel, sigue disfrutando de un altísimo nivel de vida a su salida de la cárcel, como se leía hace tiempo que la hija del megachorizo marbellí, Juan Antonio Roca, a la que se acusó de blanqueo de capitales, gozaba de un elevado nivel de vida por Madrid, aunque eso sí, ya declaró en su día que fue beneficiaria de dos premios de la lotería, suerte similar a la del señor Fabra, el de la Diputación de Castellón, el mayor aliado con la fortuna. El listado de bienvividores delincuentes y de sus beneficiarios es interminable.
¿Pero de verdad es tan complicado legislar para que resulte imposible que nadie pueda disfrutar de los bienes obtenidos fraudulentamente por otra persona? En la era de la informática, cuando de cada uno de los contribuyentes se conoce hasta el último rincón de su intimidad, ¿es posible que alguien que ha robado de lo público a manos llenas o sus allegados puedan seguir disfrutando de lo chorizado, después de haber sido condenado, porque esos bienes no figuraban a su nombre, si no que lo estaban a nombre de testaferros o de empresas?
¿Qué no es fácil? Facilísimo, solamente hace falta tener voluntad de hacerlo. Modifiquen la legislación en todo cuanto sea oportuno e inspeccionen a los hijos, esposos, allegados, personas que hayan tenido relaciones comerciales o personales con el delincuente, y exíjanles acreditar el origen lícito de todo lo que posean; aumenten los plazos de prescripción o incluso declaren imprescriptibles determinados tipos delictivos… Que para bajar el sueldo a los empleados públicos, subir las horas lectivas al profesorado, desafectar el yate Fortuna para que vuelva a sus donantes, aumentar la penosidad laboral, quedarse son servicios públicos rentables…, la celeridad es apabullante.
Porque no es descabellado pensar que a los grandes delincuentes, sus transgresiones les salen prácticamente gratis. Incluso habrá quien piense que es mejor armarla, que trabajar por 400 euros, porque además, existe el aliciente de que puede suceder que no te pillen.
Por otro lado, vaya porquería de negocio el que solo te permite pagar salarios de 400 euros, ¿o no? Salvo que eso se haga para incrementar los beneficios empresariales, que será lo más fácil, ¿o sí?
Por cierto, los trabajadores por cuenta ajena siempre han declarado más ingresos a Hacienda que los trabajadores autónomos y los profesionales liberales, y con la crisis, la diferencia de lo declarado por unos y otros se ha incrementado. ¿Será porque ganan menos o por lo elevado de sus gastos? ¿O será porque los mamporros siempre se dan a los mismos?
Imagen: ilustración satírica de Pawel Kuczynski