Como de lo que se trata es de enfangar más, porque todavía es poco profundo el estercolero que vienen rellenando los que ahora nos gobiernan, en vez de aclarar de una vez el turbio asunto de Bárcenas, la financiación del PP y los pagos en B, hay que disparar al contrincante con asuntos como el del chalé de Blanco o el fraccionamiento de un contrato de 50 mil euros en Asturias o el caso Marea.

La corrupción es detestable, la practique quien la practique, pero la porquería que planea en torno a buena parte de la cúpula del partido que dirige España está dejando un hedor insoportable que transciende más allá de nuestras fronteras, con unas dimensiones del vertedero sin parangón en la historia democrática de nuestro país. Si a esto le sumamos la torpeza para gestionar los residuos, nos encontramos con que, en estos momentos, el impacto ambiental y los daños irrogados son ya irreparables.

La mediocridad de los políticos que nos dirigen nunca se había puesto tan de manifiesto como está sucediendo desde que estos iluminados han tomado las riendas patrias. Se criticaba al gobierno de Zapatero por el bajo nivel de algunos de sus ministros, pero nunca se ha visto la rasante tan baja como se está viendo ahora.

Cierto es que explicar lo inexplicable tiene su grado de complejidad, pero hacerlo con un discurso enlazado, aunque esté plagado de embustes, es algo que cualquier alumno de un programa de diversificación de un instituto público haría a poco que lo preparara. Lo digo porque, a esos dos alumnos conquenses adolescentes de la pública que comparecieron en el parlamento europeo, la caverna mediática los ha vilipendiado por su escaso nivel de inglés y por una despedida graciosa y desenfadada, cuando lo que podrían hacer es arremeter sin piedad contra la abogada Cospedal, el doctor en derecho Floriano, la politóloga y socióloga Ana Mato, las licenciadas en derecho Ana Botella y Esperanza Aguirre, la licenciada en derecho y en económicas Fátima Báñez…, porque con sus torpes declaraciones y con su inexistente fluidez oral, tal pareciera que no hubieran finalizado un programa de diversificación, aunque sus títulos declaren lo contrario. Y no digamos nada del macarrónico inglés del presuntuoso inspector de hacienda perpetuamente ligado a las armas de destrucción masiva.

Estos inefables personajes son los que quieren ahora una enseñanza basada en la excelencia, ¿cuál? ¿La que les ha encumbrado a ellos a cotas inimaginables? En su caso, títulos y capacidad carecen de conexión, no así, según parece, con el asunto Bárcenas y la Gürtel. ¿Será cosa de la enseñanza privada?

Imagínense el panorama dentro de unos años si se privatiza la enseñanza pública. Nos gobernarán personajes con más títulos que Cayetana de Alba pero de idoneidad cuestionable. Eso sí. Se los habrán podido pagar.

Imagen: ilustración satírica de Pawel Kuczynski