Las últimas noticias sobre corrupción son de una gravedad extrema, como ya anticipara la “cazatalentos” Esperanza Aguirre al referirse a las presuntas cuentas suizas de dirigentes políticos catalanes. En relación con las supuestas corruptelas catalanas, manifestó que “si se confirma lo de las cuentas no declaradas en Suiza, estaríamos ante el escándalo político-financiero más grave de la democracia”. Pues hete aquí que han aparecido 22 millones de euros en una cuenta suiza que los empleados del banco depositario atribuyen a un tal Bárcenas, antes tesorero del PP y hoy ciudadano no adscrito políticamente (los mismos empleados han indicado que esa no es la única cuenta del señor Bárcenas en Suiza con sumas importantes de dinero).

Por eso -¿verdad señor Floriano?-, por su condición de ciudadano de a pié, ya no estamos ante ningún escándalo político y es de una indignidad extrema (esta sí), atribuir responsabilidad alguna al PP, Partido Puro caracterizado por la integridad de sus cargos políticos. Por ello, tampoco renunciará la señora “CaspioCospedal”, a pesar de haber declarado, también respecto a las hipotéticas sumas catalano-suizas, que ella dimitiría si se demostrara que algún cargo del PP tiene dinero no declarado en Suiza.

Por razón similar, tampoco dimite el señor Durán i Lleida, presidente de Unió Democrática de Cataluña, en relación con el “caso Pallerols” y el acuerdo alcanzado por Unió con la justicia, por el que el partido reconoció que se financió con fondos públicos para la formación de los parados y aceptó devolver casi 400.000 euros. Este señor no dimite porque, según ha asegurado, pese al acuerdo, ''UDC no está acusada de financiación irregular y por esa razón no me siento responsable y los hechos fueron protagonizados por personas ya expulsadas de UDC”.

Flaco favor hacen a la política estas noticias, ahora que los dirigentes políticos se han convertido en uno de los mayores problemas para los ciudadanos. Y pésimo para los militantes de base que se están dejando la piel por los pueblos y los barrios de las ciudades, sin percibir un euro a cambio, luchando por unos ideales que luego son pisoteados por esos para los cuales “caleyan” en busca de votos.

Privatizaciones de servicios públicos que terminan cayendo en manos de personas vinculadas a partidos políticos; personas que dejan de ostentar cargos públicos y terminan colocándose en empresas públicas; puestos públicos asignados a personas cuyo bagaje principal es el de ser correligionario, familiar o allegado a algún dirigente político; propiedades inmobiliarias que se reciben en donación o cuya propiedad se atribuye a la solvente pareja; dietas de alojamiento que se destinan al pago de una hipoteca; funcionarización saltándose los principios de igualdad, mérito y capacidad; dirigentes que exigen la cotización a la seguridad social para el acceso a cargos directivos y han practicado la dedocracia de forma pandémica…

La corrupción y los malos hábitos en la gestión pública socavan la democracia y deterioran la confianza de los ciudadanos en las instituciones. Graves las revelaciones, pero de una ineptitud “encomiable” las explicaciones con las que pretenden convencernos de lo inexplicable algunos de estos personajes de tres al cuarto. Como si los estultos fuéramos los ciudadanos. Pero esto va a cambiar. Seguro.

Imagen: ilustración satírica de Pawel Kuczynski