Estamos ante una crisis de valores o de decencia, como escuchaba al señor Leopoldo Abadía, que también ha dicho que la crisis llegaría a su fin este mismo mes si los bancos movilizaran los fondos de los que disponen para impulsar la actividad empresarial.

Paradigmático es el caso de alguna gran empresa asturiana, en la que los “curritos” tienen congelados sus sueldos, sus directivos protestan por la falta de competitividad ligada a los altos costes de la tarifa eléctrica y a los elevados salarios, pero, paradójicamente, los resultados empresariales son estratosféricos. Con salarios congelados, sus ejecutivos se embolsan cantidades de esas que asustan solo de leerlas y que denotan en qué consiste esto de “vivir por encima de nuestras posibilidades”.

Indemnizaciones millonarias a directivos bancarios responsables de la hecatombe; redes de blanqueo de ingentes cantidades de dinero en las que conocidos empresarios han esquivado el control de Hacienda; amnistía fiscal a potentados delincuentes; instituciones intocables que siguen manteniendo privilegios medievales; políticos corruptos; dedocracia…

Por esto (“y muchas cosas más”, que dice la canción), indigna escuchar al señor Gallardón decir que “gobernar, a veces, es repartir dolor” o al señor Rajoy apostillar que “han tomado decisiones muy dolorosas que no les habían dicho a los españoles, pero que cree que han sido equitativos a la hora de repartir esfuerzos”.

Lo peor es que estos dirigentes embriagados de éxito van a permanecer mucho tiempo si se continúa con el discurso de que “los anteriores eran iguales” porque cometieron errores constatables y algunas medidas impropias de gobiernos que se dicen progresistas. Es mejor pensar que los errores se están purgando y dar por hecho que se ha tomado buena nota y que las señales de cambio van a ser pronto apreciables, porque no se puede dar más crédito a quienes, trece meses después de haberse hecho con las riendas, siguen culpando de su ineptitud a los socialistas, estando como están las cosas mucho peor de como ellos las encontraron.

El presidente de la Asociación Española de Banca (AEB) ha manifestado que la responsabilidad de la burbuja inmobiliaria, origen de la crisis, recae sobre el anterior gobierno del PP, algo que ya se sabía.

Señor Rajoy, esta herencia recibida también hay que agradecérsela al señor Cincinato Aznar y a las comunidades autónomas gobernadas por Ustedes, por mucho que la intoxicación etílica que le han producido la mayoría de los votos, que no de ciudadanos ni de electores, parezca estar produciendo daños mentales irreparables a la vista del endiosamiento de sus incompetentes señorías.

Las urnas se manifestaron desconociendo sus flagrantes mentiras. Las calles, a diario, conociendo su torpeza. 

Imagen: ilustración satírica de Pawel Kuczynski