En cualquier país de tradición democrática nuestro ministro Montoro habría dimitido o se le habría hecho dimitir hace ya tiempo, por la pésima gestión que está realizando, pero sobre todo, por las desafortunadas declaraciones con las que, desgraciadamente, nos viene deleitando.
Sale este señor a los medios a declarar que no hay dinero, que puede llegar a existir la posibilidad de que no haya fondos para pagar a los funcionarios y, acto seguido, la prima de riesgo se dispara. Reacción conocida por cualquier estudiante de Educación Secundaria Obligatoria de la enseñanza pública que esté cursando alguna de las optativas ofertadas por los Departamentos de Economía. Y seguramente, no llegarán a Ministros.
Desafortunada intervención ministerial, por la reacción provocada en los mercados y por volver a poner en el punto de mira a los funcionarios. Una vez más.
¿Por qué el dinero habría de faltar para pagar a los funcionarios y no para las nóminas y prebendas de los politiquillos de tres al cuarto como este señor y como otros muchos que plagan nuestras instituciones estatales, autonómicas y locales? ¿O para las percepciones de todos los enchufados de libre designación que se lo llevan crudo, unos y otros, multiplicando en la mayoría de los casos las nóminas de los funcionarios de mayor nivel, que han acreditado su preparación opositando conforme a los principios de igualdad, mérito y capacidad? ¿O para pagar a proveedores, contratistas o concesionarios que, en muchos casos, también han obtenido pingües beneficios a la sombra de estos mismos politiquillos, algunos de los cuales (más de los deseados) también han participado de las ganancias?
Pero el colmo del insulto a la inteligencia se produjo cuando este señor expuso los nuevos recortes contenidos en el RD-ley 20/2012, de 13 de julio. Tras solicitar el reconocimiento a los servidores públicos por su profesionalidad, sin solución de continuidad, dijo que, ahí es nada, “hay que dotar a la función pública de contenido y de sentido”. Sí, así como lo oyen (se quedó más ancho que largo).
¿Que el trabajo de un médico, de un juez, de un profesor, de un administrativo, de un celador, de un bombero, de un policía, de una enfermera, de un interventor o de un inspector de trabajo no tiene ni sentido ni contenido? No lo tendrán el del hijo de la señora Aguirre o el de la hija de Zaplana o el del sobrino de la señora Botella o el de los muchos familiares colocados por ustedes. Sin sentido ni contenido, pero con mucho sueldo. También el de muchos de ustedes. A ver si los ciudadanos de bien despertamos. Por ahí se va la pasta.
Imagen: ilustración satírica de Pawel Kuczynski