Canchánchara, el cóctel cubano trinitario mambí.

Canchánchara, el cóctel cubano trinitario mambí.

Su origen tiene lugar en las tropas manbíses que lucharon por la independencia cubana.

 

Trinidad, tercera ciudad cubana en crearse en 1514 por el adelantado Diego Vázquez de Cuellar, capital actual de la provincia de Sancti Spiritus, ciudad colonial e histórica declarada por la Unesco Patrimonio Cultural de la Humanidad en 1988 y Ciudad creativa del mundo de la artesanía y artes plásticas en 2019, vivió su época dorada en el siglo XIX con el despegue de la industria azucarera al ser el centro de la misma.

En su larga historia fueron muchas las costumbres y tradiciones que se perdieron, pero algunas de ellas sobrevivieron gracias a la tradición oral. Una de ellas es su cóctel por excelencia: la CANCHÁNCHARA, tan difícil de pronunciar y enredosa como exquisita.

 

 

A pesar de ser uno de los paradigmas trinitarios, su origen no se encuentra en la región sino en el oriente cubano, relacionado con los mambises y la guerra independentista contra España entre 1868 y 1898. Siendo por tanto uno, o posiblemente, el único cóctel cubano que no tiene su origen en ningún establecimiento hostelero, sino en los intrépidos aborígenes que hicieron frente al colonialismo español.

Trago tonificante y nutritivo, en su origen caliente, tomado para combatir las frías noches serranas, la dura vida en las campañas y protegerse de las diversas enfermedades respiratorias propias de las inclemencias del tiempo, e incluso para vigorizar las fuerzas en los combates con aditamento de plantas y raíces hervidas. Siendo su base compuesta por miel, aguardiente y cítricos, especialmente el limón, al que en la actualidad se le añade hielo, para hacerlo más refrescante.

Cuya recuperación se les asigna a los investigadores del local museo de Arquitectura, Teresita Angelbello, Alicia García, Luis Blanco y Víctor Echenagusía. Quienes en la década de los ochenta del siglo pasado no sólo revivieron el trago mambí en la ciudad colonial, sino que diseñaron junto a David Santander (Chichi), el patriarca de la cuarta generación de la inmigrante familia cántabra española alfarera ubicada en la ciudad desde el año 1892, el cuenco barrigón cerámico donde se elabora y se sirve, heredero de las güiras o jícaras cimarronas –cáscaras secas vaciadas de los cocos-.

 

 

El considerado cóctel trinitario por excelencia, esencia criolla, símbolo del espíritu y carácter cubano, es el resultado de mezclar ingredientes autóctonos, que se elabora en el mismo recipiente que se toma, el mencionado cuenco barrigón cerámico de los Santander, aunque es muy habitual su servicio en vasos de diferentes tamaños. Siendo sus ingredientes, que deben de ser servidos por este orden, dos cucharadas de miel de abeja, una de jugo de limón, dos cubos de hielo y cincuenta centilitros de aguardiente de caña, revolviéndolos para su homogeneizado.

 

 

Y si su servicio está generalizado en la ciudad colonial de la que partió Hernán Cortés para la conquista de Méjico, a unos pasos de la plazuela de Jingúe –lugar fundacional de la ciudad- se encuentra el templo de este cóctel, que toma su nombre. Una edificación del siglo XVIII edificado por Nicolás Pablo Vélez, uno de los íconos de la arquitectura trinitaria, adquirido en 1984 por el gobierno local y que después de una magnífica rehabilitación por los mencionados investigadores museístico en base a sus orígenes, en 1994 se convierte en el actual local de restauración en el que se rinde pleitesía al tonificante trago mambí.

 

 

AUTOR: Luis Javier Del Valle Vega.

MÁS INFORMACIÓN: www.dendecaguelu.com

 

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