Nace en base al afamado queso Peñasanta, creado por la firma asturiana Mantequerías Arias en 1941
Corias es un pequeño pueblo del concejo de Pravia, ubicado en el centro occidente del Principado de Asturias. En él vivía la familia de comerciantes Arias, quienes fundaron en el año 1848 su negocio de compra, elaboración y venta de mantecas, ampliado dos años más tarde con la que sería una de las primeras fábricas de sidra champanada asturianas.
A principios del siglo veinte Ángel Arias dio continuidad al pingüe negocio de las mantecas creado por su padre Antonio, convirtiéndose en el primer fabricante nacional, abriendo tiendas y almacenes por las principales ciudades españolas y exportando a un alto número de países hispanoamericanos. Innovador y pionero del sector, con su sapiencia en adaptarse a las necesidades del momento y su solvencia, no sólo sobrevivió a la penosa guerra civil española y a la siguiente guerra mundial, sino que de ellas salió más fortalecido, teniendo la firma, ya bajo el nombre comercial de Mantequerías Arias, S.A. y con la incorporación de sus hijos a la misma, un fulminante despegue con la comercialización de nuevos productos y al apertura de nuevos mercados y tiendas por todo el territorio español.
En la línea marcada de expansión en 1941 se abre la fábrica de quesos en Medina de Rioseco (Valladolid) con el objeto de fabricar quesos de oveja tipo manchego y roquefort, con las marcas “Almirante” y “Peñasanta”, que pronto se convertirían en referentes nacionales.
En 1967 el grupo empresarial Arias, ya compuesto por varias empresas, es adquirido por la multinacional financiera estadounidense W.R. Grace, cuando controlaba entre el 20 y el 25 % del mercado nacional de quesos y mantequilla.
A finales de los años 70 la inversora americana vendió todo su negocio alimentario en Europa, entre ellos el grupo Arias a la multinacional francesa Bongrain, especializada en elaborar quesos de calidad. En los años 80 la actividad de Arias suponía el 10 % de la actividad exterior de la nueva propietaria, la tercera por orden de importancia, vendiendo en 1989 la fábrica vallisoletana.
Venta intrínsecamente ligada a la creación de un nuevo queso en el año 1988 por la Compagnie Fromagère de la Vallée de l´Ance (CFVA). Creada en 1977 y perteneciente a Savencia Fromage & Dairy, matriz del grupo Bongrain, que nace en 1920 en la francesa localidad de Illoud por iniciativa de Jean-Noel Bongrain con la empresa familiar Fromagerie d´Illoud, cuyo despegue se produjo con la elaboración y comercialización en 1956 del queso “Caprice des Dieux” rompiendo con los quesos tradicionales franceses.
Ubicada en la región de Auvernia, en los montes del Velay, en el departamento de Alto Loira y en el pueblo de Beauzac, la CFVA fue la elegida para fabricar el queso que hasta 1989 se elaboraba en España y que se comercializaba como Peñasanta, cambiando la materia prima de leche de ganado ovino por vacuno pero bajo los mismos parámetros productivos.
La marca Saint Agur no responde a ninguna ubicación geográfica ni a ningún santo, es un nombre comercial que algunos relacionan con el vocablo latino Agur, y que en apenas tres décadas se ha convertido en líder de ventas de los quesos azules en Francia y en uno de los más vendidos a nivel mundial.
Técnicamente está calificado como azul de doble crema, elaborado con leche de vaca pasteurizada y una materia grasa del 60 por ciento adquirida mediante el aditivo de nata, e inyectado de penicilium, de corteza natural, que se afina por un período de 60 días en bodegas con controles de humedad y temperatura. Y que se comercializa en papel de aluminio, en cilindros octogonales de 2 kilos de peso para facilitar su corte en cuñas.
Organolépticamente su pasta es homogénea, blanquecina, con pequeños ojos diseminados y líneas marcadas de la inyección realizada para el desarrollo del penicilium, cuyo interior es de una coloración verdosa. De textura elástica, baja firmeza y deformable, sin granulosidad. De intensidad media olfativa, con dominio de los aromas generados por el penicilium, con predominio de la gama de los hongos y frutos secos y un fondo de humedad, que tapan su carga láctica. Siendo su ingesta muy agradable, con el justo punto de sal, nada ácido ni amargo, dúctil y altamente solubre y untuable, con leve adherencia final. Persistente en sabor, tanto en su retrogusto como en retronasal perviven los aromas y sabores que transmiten un penicilium muy presente, pero para nada agresivo
AUTOR: Luis Javier Del Valle Vega.
MÁS INFORMACIÓN: www.dendecaguelu.com