A la Cova do Demo, se accede desde la localidad de Doiras (Boal), a través del PR-AS-200.
El concejo de Boal está situado en la parte noroeste del Principado de Asturias, De relieve montañoso, aunque no de grandes altitudes, tiene en el pico Prado San Roque (1104 metros) su máxima altitud, estando atravesado de sur a norte por el río Navia, y dentro de su término se encuentra toda una gran red hidrográfica, formada por dos de los cuatro embalses que tiene el río, el de Doiras y Arbón, este último compartido con Villayón, a los que vierten sus aguas los ríos Urrubio y el Pendia respectivamente.
Su principal vía de comunicación es la carretera AS-12 que comunica Navia con Grandas de Salime, carretera que hay que tomar para visitar esta Cova, señalizada con el sendero balizado PR-AS-200 “Pico del Cuco y Cova do Demo” con inicio y final en la localidad y parroquia de Doiras, a dónde pertenece la gruta, aunque hay la posibilidad de iniciarlo un poco más debajo de la localidad desde la desde la propia carretera, a la altura de la desembocadura del río Urubio (120 m.) en el embalse de Doiras, de dónde surge un sendero también balizado y que indica a Froseira.
Del puente sobre el río Urubio hay que ir a Froseira, localidad real de partida hacia la Cova, habiendo dos posibilidades de acceso a la misma. La primera es tomar la desviación indicada a la izquierda poco después de cruzar el cauce del Urubio por el puente Llanza, distando este punto de la Cova 2 kilómetros, más directa y que salva un desnivel de unos 250 metros. La otra es continuar la pista y ascender al pico del Cuco (763 metros), distante 4,500 kilómetros de la desviación, disfrutar de las excelentes panorámicas que se observan desde su cima y acceder a la Cova por su parte superior, alternativa obviamente más larga pero que no entraña dificultad alguna, a no ser la precaución que hay tomar en la última parte del descenso. La bajada en ambos casos se realiza por el mismo trayecto.
En ambos trayectos se podrá disfrutar de una naturaleza virgen, de un espectacular paisaje, de una flora y bosque autóctona, en un recorrido cargado de castaños, robles y árboles silvestres, con un buen número de madroños, en un entorno de gran belleza y es que la Cova está situada en la abrupta vertiente del monte Llanteiru, a una altitud de 428 metros, ubicación que adquiere sentido al dominar ampliamente los valles de los ríos Navia y Urubio en su confluencia, además de una extensa panorámica sobre las sierras cercanas.
Ambos itinerarios confluyen en su punto final, en un castañal que tiene en el suelo un canchal de cuarcita de piedras sueltas y troncos atravesados en un camino inestable y resbaladizo por la abundante humedad derivada de su orientación Norte, en el que se ven los restos de una sosa, construcción circular que sirve para guardar castañas y dónde se encuentra un cartel indicativo.
La superación de estos obstáculos, ofrece la visión de la cueva actualmente cerrada para favorecer su conservación y que se puede observar a través de una verja. Declarada “Bien de interés cultural” por el Principado de Asturias, la oquedad de esta gruta abierta entre rocas de cuarcita es notable, con una profundidad superior a los 15 metros de profundidad y con una anchura que llega, en algunos puntos de la bóveda hasta los 8 metros de altura, es la única estación rupestre del occidente astur, zona en que estos yacimientos arqueológicos prehistóricos –incluso los de oquedades naturales abiertas en roca- son fenómenos prácticamente desconocidos a diferencia del resto del Principado de Asturias.
Al vecino de Boal, Pedro Pablo Pérez Rodríguez, se le debe su descubrimiento, siendo dada a conocer en 1983 por los arqueólogos asturianos Miguel Ángel de Blas Cortina y el amigo Elías Carrocera Fernández, que conocieron la misma a través de su descubridor y de Manuel Suárez Fernández y que realizaron el estudio arqueológico de la misma.
Su formación no es demasiado común, debido a la fractura vertical de la roca, compuesta por cuarcitas masivas del Ordovicico Inferior, seguido de sucesivos desplomes, abriendo paulatinamente el hueco en el que las modificaciones superficiales posteriores son de escasa entidad, debidas en buena parte a la circulación hídrica. Sus pinturas se presentan en cinco espacios diferentes, que se suceden inconexos entre sí sobre la parte izquierda de la gruta, circunstancia que puede obedecer a razones prácticas al ofrecer planos adecuados y amplios para el soporte de pinturas.
Estilísticamente pertenecen al arte rupestre esquemático y su datación cronológica se fija entre finales del Neolítico e inicios de la Edad del Bronce, entre el 1500-1000 antes de Cristo, aunque no existe una datación cronológica y cultural absoluta. El color utilizado en todos los casos es el rojo, semejantes a otras similares de la Península Ibérica, en el que se aprecian diferencias de tonalidades y cuyos orígenes tienen que ver más con la conservación y la acción de agentes externos que con cualquier intención colorista de los ejecutantes prehistóricos.
La técnica empleada parece simple, en general tinta plana en todas las figuras, con la aplicación directa de la pintura sobre la pared, siendo las diferencias apreciables en la actualidad entre los diversos motivos radican en el espesor de la capa cromática empleada en cada caso y su posterior mantenimiento. La diversidad temática es limitada, los temas representados se agrupan en tres conjuntos: los antropomorfos -figuras humanas -masculinos y femeninos, los zoomorfas –representaciones de animales- y esquemáticas de signos, que resultan difíciles de identificar, pero no así el tratamiento de los diferentes asuntos figurados.
En otra pared aparecen un grupo de tres personas con rasgos más humanistas. Lo más representativo, tanto en diseño como en número, son las figuras humanas, que van desde esquemas lineales muy simplificadas hasta expresiones naturalistas, siendo una consideración muy a tener en cuenta en su contenido plástico es el aspecto organizativo y ordenado de los diferentes esquemas y sectores.
Para realizar la vuelta lo mejor es descender por el monte Llanteiru, hasta la pista en la que se encuentra la desviación y de ahí a Froseira, pudiendo elegir acceder a la desembocadura del río Urubio por el sendero existente o bien continuar por carretera hasta Doiras. Ejemplo único del arte rupestre en el occidente asturiano, la visita a esta gruta, aunque su acceso no es apto para todo el mundo, es de obligada visita para disfrutar de nuestra historia, nuestra arqueología y de un paisaje único en el que el tiempo parece haberse detenido. No se la pierdan.
OBSERVACIONES. Fuente: “La Cova del Demo (Boal). Una estación de arte rupestre esquemático en el occidente asturiano” por Míguel Ángel de Blas Cortina y Elías Carrocera Fernández.
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