Obtenido de la fermentación de la miel, con agua y las ramas del gesho, su consumo pasa por ser uno de las primeras bebidas consumidas por el ser humano.
Etiopia reúne una historia que la hace única y diferencial, con respecto al resto de países del continente africano. El segundo en población; es el único que nunca ha sido colonizado, con la excepción de los cinco años que estuvo ocupado por la italiana de Mussolini; la segunda nación del mundo y primer reino en adoptar el cristianismo como religión o que su monarquía hereditaria de una sola saga gobernase desde el año 1 hasta 1974, son algunas connotaciones que marcan esa diferencia.
Aunque el café es la bebida nacional y el producto más exportado, en la actual República Federal Democrática de Etiopía se produce una cuarta parte de la miel del continente africano, y el 2 % de la producción mundial, lo que la convierten en el décimo productor mundial.
Miel, obtenida de unas colmenas para nada parecidas a las utilizadas al menos en el Principado de Asturias y en España, ya que están colgadas de las acacias.
El reino de Axum fue el embrión de Etiopía, siendo la capital la imperial durante ocho siglos la capital. En la ciudad que dio nombre al reino, los arqueólogos en sus estudios han descubierto que ya en el año 100 antes de nuestra era, la miel y el vino obtenido con ella eran utilizados para ofrendas y rituales.
El vino obtenido a partir de la miel, generalmente llamada hidromiel, se considera una de las primeras consumidas por el ser humano, e incluso hay que tesis que la consideran precursora de la cerveza.
El cristianismo ortodoxo es la religión mayoritaria del país, superando el 50 %, superior a la musulmana, que no alcanza el 40 %, por ello el alcohol no sólo no está prohibido, sino que su consumo es importante. Y el tej, no sólo es de los más consumidos, sino que está extendido por todo el país, estando considerado el “vino nacional”.
Dependiendo de su elaboración, en función de la cantidad de miel que lleve, puede ser dulce o seco, con mayor o menor alcohol, e incluso elaboraciones que incluyen frutas y especies. Su fabricación es artesanal, diferente en cada región, sin que exista empresa alguna que la fabrique a gran escala. Para su elaboración se parte de la miel secada al sol, que se mezcla con agua y con ramas y hojas de gesho. Este es un arbusto, de la familia Rhamnaceae, nativo de Etiopía, utilizado no solo como fermentador, sino también en rituales y en medicina.
Ingredientes que tienen que estar al menos macerando dos semanas, retirándose pasado ese tiempo el gesho, y dejándolo reposar al menos otras tres semanas.
Su grado alcohólico, que suele ir desde los cuatro a los dieciocho grados, va a depender de la cantidad de miel y el tiempo de fermentación. A mayor cantidad, mayor grado y mayor dulzor. Una versión del Tej es el Berz, más dulce y con menos alcohol, obtenido por una fermentación y reposo más corto.
El recipiente utilizado para beberlo se denomina BERELE, elaborado en vidrio aunque antaño eran de barro. Un tipo de jarrón, abombado desde su base y con una boca estrecha, similares a balones de destilación.
El Tej es motivo de reunión de los etíopes, y por todo el país se encuentran los TEJ BET, las casas del tej, destinados primigeniamente a su consumo. Puntos de encuentro en los que el consumo, va acompañado de bailes y contadores de historia.
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