Obituario a un Paisano, un amigo, con el que compartí grandes momentos durante 22 años.
Aunque la afirmación “La edad es cuestión de sentimientos, no de años” se le otorgué al escritor estadounidense Washington Irving, yo se la otorgó a un piloñes de pro. Amigo de sus amigos –entre los que me atrevo a incluirme-; persona ejemplar; respetuoso y a la vez cercano; paciente y siempre prudente, no exento de un peculiar genio; compañero de aficiones y de vivencias; de mesa, copa, plato, mantel y …. queso: Don Juan Granda Diego.
Que nos dejó el pasado 10 de octubre de 2019, a falta de apenas 15 días de cumplir los 87 años, pero que se quedó en 30 años y más de 500 meses como a él le gustaba decir. Y del que pasado un tiempo prudente de su fallecimiento me atrevo a rendirle mi pequeño homenaje con este obituario.
Otro ilustre estadounidense, Benjamín Franklin, dijo aquella verdad de “En este mundo, ninguna cosa es cierta salvo la muerte y los impuestos”, y el fallecimiento de Juan nos lo recuerda. De delicada salud, muchos días de sus últimos años los pasó ingresado bien por una enfermedad o por otra, entrando en franco declive el 21 de junio pasado, cuando nos dio un gran susto a sus amistades con un ingreso que no auguraba un buen final, como así ha sido. Su cuerpo, por el que corría sangre de los Asturcones de su Sueve querido, como alguna vez afirme, dijo basta el pasado jueves, 10 de octubre de 2019.
Veintidós años fueron los que disfrute de su amistad. Recuerdo muy nítidamente nuestro primer encuentro, allá por un mes de julio de 1997, en mi primer viaje que hice con la Cofradía de Amigos de los Quesos del Principado de Asturias a Navia y Mondoñedo, de la que el ya era cofrade y yo un novicio, al igual que el común amigo Jorge Martínez.
Viaje de magnífico recuerdo, teñido por el puñado de personas asistentes que ya no están entre nosotros. Me vienen a la memoria los Armando, Álvarez, mi maestro y padrino en el mundo de las Cofradías y Ojanguren; los Barthe, Adolfo y su sobrino Antonio; los Fernando, Medina y Miranda y José Manuel Fernández, a ellos se suma ahora Juan. Magníficas personas y cofrades, de los que me separaban bastantes años de edad, pero con los que pude compartir muchos momentos desde entonces, absorbiendo todo lo que pude de sus conocimientos y vivencias, y todos ellos buenos amigos de Juan. Descansen en paz, allí donde estén.
Hijo del emprendedor piloñes Manuel Granda Joglar, emigrante retornado de Méjico a petición de su madre, fundador de las empresas Rilsa (Reunión de Industrias Lácteas) y de la Granja Asturias, de dulces y caramelos, en Sevares y Villamayor respectivamente, siendo la segunda el embrión y creadora del popular caramelo Chupa Chups, Juan vino a este mundo en Sevares un 28 de octubre de 1932.
Académicamente realizó todos sus estudios primarios en Oviedo, en el colegio Auseva de los hermanos Maristas; en Madrid se diplomó en la Escuela de Industrias Lácticas; estudios que complementó con los de Química Aplicada en la francesa Universidad de Nancy (Francia); ampliando posteriormente su formación con la realización de un Master de Biotecnología de los Alimentos, en el departamento de Ingeniería Química de la Universidad de Oviedo.
Profesionalmente siempre estuvo ligado a la industria alimentaria y láctea. Primeramente con su padre en Rilsa, y posteriormente en Suiza y Francia, volviendo a su tierra natal para trabajar en Lagisa, en Gijón, y posteriormente en Granda (Siero) en la Central Lechera Asturiana, empresa en la que se jubiló.
En esta última ejerció diversas funciones, siendo el encargado en sus últimos años profesionales de poner en marcha el proyecto de CLAS en Cabrales, la elaboración de queso Cabrales acogido a su Denominación de Origen Protegida. Él fue el que saneo y diseño la cueva del Molín, en Carreña de Cabrales, para elaborar unos quesos que tuvieron una gran acogida en el mercado, con una regularidad no conocida en el sector por entonces. Al frente de ella estuvo hasta su jubilación, creo recordar allá por el año 1995. El devenir de los años y las fluctuaciones por las que paso y pasa esta elaboración en la empresa, pone más en valor su trabajo realizado.
Durante gran parte de su época profesional practicó su deporte favorito: el montañismo, formando parte activo del Grupo de Montaña Ultra, de Moreda (Aller), dónde creo recordar que llegó a ocupar cargos directivos. Afición que también compartíamos, de la que hablamos mucho, pero que nunca llegamos a practicar juntos ya que por entonces él ya no la había abandonado por cuestiones físicas.
De lo que si hemos disfrutado, y mucho, ha sido de otras aficiones que compartíamos, como la amistad, los viajes, la gastronomía y el mundo de las cofradías enogastronómicas.
Viajero habitual, hasta hace unos años su maleta siempre estaba a píe de puerta para salir con ella. Tenía en Méjico, y en concreto a Chiapas, su lugar preferido. Familia y creo que hace años “algo más”, le unía a un territorio al que viajaba habitualmente hasta hace pocos años, del que disfrutaba y de cuya cultura maya era un profundo conocedor. Muchas veces hablamos de ello, y aún mantengo varios documentos fotocopiados sobre esta adelantada civilización que me facilitó.
A través de las cofradías enogastronómicas nos conocimos, y en ellas compartimos hasta su final mucho de nuestro tiempo libre, viajes incluidos a Grandes Capítulos de otras Cofradías por territorio nacional y portugués. Como ya dije, desde julio de 1997, primero hasta mayo de 2013 como cofrades de número de la Cofradía de Amigos de los Quesos Asturianos, que abandonamos a la vez y desde esa fecha en el Círculo Gastronómico de los Quesos Asturianos, que fundamos juntos, y del que fue nuestro primer Gran Maestro Quesero.
Además, creo recordar que desde 2012, era también cofrade de la Cofradía de Amigos del Quesu Gamoneu, y cofrade de honor de al menos, la Cofradía del Vino de la Ribera del Duero, de Peñafiel (Valladolid) y del Círculo de Enófilos de Utiel-Requena, de Valencia. Involucrado como pocos en este peculiar filosofía de vida, se puede decir que primeramente con Armando Álvarez y María Luisa, y posteriormente con José Luis y MJ, pocas Cofradías de España, y buena parte de Portugal y Francia pueden decir que no les visito en alguna ocasión a lo largo de sus casi como cofrade.
Muchas satisfacciones y vivencias vividas en estos 22 años de confraternización, grandes recuerdos que espero la salud me permita tener presentes muchos años, en los que era muy raro no estar juntos en torno a una mesa no menos de cuatro o cinco veces al mes.
Al igual que también compartimos en eventos exteriores a las Cofradías, como por ejemplo cuando asistía a catas abiertas del Grupo de Cata Las Alondras, constituido por vecinos de dicha urbanización, con el que siempre contábamos entre nuestros invitados.
O con los actos de otro colectivo del que somos “cómplices”, ACAS –Asociación Conservadora del Asturcón del Sueve-. Como buen piloñes siempre defendió su cultura y tradiciones, y entre ellos de manera destacada a los Asturcones de la sierra del Sueve, de los que gracias al trabajo de ACAS podemos disfrutar de esta raza milenaria autóctona astur. Tan cómplices que la Asociación tuvo a bien reconocernos a ambos con dos de las “Distinciones Espineres 2016”, que nos fueron entregadas durante el acto oficial de la vigésimo sexta edición de la Fiesta del Asturcón, en la majada de Espineres.
Amistad, viajes, cofradías, gastronomía y colectivos afines, que nos unieron. Y en todas ellas, un nexo común, devotos ambos del mismo, el QUESO. En él he tenido a uno de mis referencias, del que procure embeberme de sus conocimientos, sapiencia y experiencia. En él deposite mi confianza en una época pasada profesional, allá en el año 2001, contratándole para impartir lo que me atrevo de calificar como los primeros cursos sobre quesos, su adquisición, mantenimiento y servicio para profesionales del sector hostelero.
Profundo conocedor de un sector que lo fue todo en su vida estudiantil y profesional, sus intervenciones en reuniones siempre merecieron nuestro silencio, no sólo era respetado, sino también admirado por muchos de nosotros, ejerciendo de auténtico Maestro Quesero de ese bonito proyecto que hemos llamado Círculo Gastronómico de los Quesos Asturianos.
Con poca familia sanguínea, en lo que también coincidíamos, tenía en sus amigos más cercanos a su auténtica familia, haciendo buena la frase de Cicerón de “vivir sin amigos no es vivir”. Amigo de sus amigos, siempre estaba ahí cuando se le requería, era eso que en el Principado de Asturias, denominamos todo un PAISANO. Mucho le echaremos de menos sus amigos y allegados.
Pero sobre todo lo añoraran José Luis Suárez y María José Fernández (MJ), sus “muletas” en todos los aspectos de su vida, al menos desde hace dos décadas, sus fieles amigos hasta el final desenlace, su auténtica familia, como así se consideraban los tres. Ellos hicieron realidad la frase del colombiano Gabriel García Márquez, “un verdadero amigo es quien te toma de la mano y te toca el corazón”.
El escritor satírico irlandés Jonatahn Swift, escribió que “Todo el mundo quisiera vivir largo tiempo, pero nadie quiere ser viejo”. Buena definición del finado. Disfrutó de la vida; nada le paro; oía pero se saltaba las más de las veces los consejos, recomendaciones y órdenes de los galenos sobre su salud; le gustaba vivir y la palabra viejo o mayor no existía en su diccionario. Sorprendente, y como tal era comentado, su asombrosa vitalidad de la que hizo gala hasta hace apenas cuatro meses. Siempre fue uno más en todos los sentidos, y su edad nunca un obstáculo que le privó de nada, quizá por guiarse de otro “sabio”, Sócrates, en aquello de “el saber es la parte principal de la felicidad”.
Podía ser mi padre, 28 años nos separaban, pero era mi amigo. A los amigos los escoges, a la familia no. Compañero de fatigas, la lealtad parece sencilla, pero no lo es, y esa siempre existió entre ambos. El pasar de los años no perdona. Tú muerte te sacó de entre nosotros, pero con tú recuerdo no podrá, siempre te tendremos presentes. Ha sido el primer circuliano en irse, por edad el mayor con Pepe Doncel de todos nosotros, ambos viejos amigos, de encuentro diario, cofrades compañeros primero en la Cofradía y después del Círculo, ambos nuestros primeros Maestros Queseros. Espero y deseo que todos los que componemos esa pequeña familia que es el Círculo tardemos en seguir tus pasos.
Como las casualidades existen, tendremos otro motivo para que el día exacto de tú abandono, dejándonos un poco huérfanos, no nos sea fácil de olvidar. Jueves, 10 de octubre, segundo jueves de mes, día de nuestras reuniones mensuales. Y además especial, íbamos a celebrar la devolución del encuentro de confraternidad con el colectivo mierense Tertulia 17, al que visitamos en mayo pasado, y para ello habíamos elegido realizar una degustación un poco especial, con una ancestral “llechi presa” que elaboraría el investigador y amigo circuliano del Instituto de Productos Lácteos de Asturias, Baltasar Mayo, y los quesos Madelva, referencia quesera en el siglo pasado de Piloña, cuya evolución casi fue pareja a la de Juan. Una reunión de la que sin duda él disfrutaría y nos enriquecería con sus comentarios sobre los mismos.
Descansa en paz. Espero que allí donde estés, lo hagas en compañía de los no menos recordados Armandos -Alvarez y Ojanguren- y de José Manuel Fernández, sin duda un gran Cuarteto de Paisanos, en mayúsculas. Y siempre con un buen vino y un mejor queso encima de la mesa, como hacías en vida, y haremos vuestros amigos del Círculo Gastronómico de los Quesos Asturianos en cada enero, en el transcurso de nuestra comida mensual de Exaltación al queso, que siempre será en vuestro honor.
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