Hinojosa de Duero, es un municipio y localidad, enclavado en el extremo occidental de la provincia de Salamanca, separado de Portugal por la frontera natural que forma el río Duero. Integrado en la comarca del Abadengo y en el Parque Natural de los Arribes del Duero, ocupa una extensión de 92,60 kilómetros cuadrados, en la confluencia de los ríos Águeda y Duero, a 601 metros de altitud y su población apenas supera los setecientos habitantes.
Sus primeros pobladores están datados en el Neolítico, de los que se conservan los dólmenes de la Nava del Río; posteriormente estuvieron asentados los vetones, de los que perviven los castros de Moncalvo y de la Escala; estando documentada la presencia romana a través del enclave conocido como Cabeza de San Pedro. Formo parte de las repoblaciones del Reino de León, en el siglo XI; dependió de la Orden del Temple y de la diócesis de Ciudad Rodrigo, fue señorío solariego del Marquesado de Hinojosa y en él se asentó una importante comunidad judía.
De su pasado y del asentamiento romano en la comarca, dan fe el conjunto de piezas pétreas del enclave del cerro de Cabeza de San Pedro, distante 7 kilómetros de la capital municipal, cuyo conjunto epigráfico es uno de los escasos y posiblemente el más curioso de los existentes en la Comunidad de Castilla y León.
Datado cronológicamente en los siglos II y III, el número de piezas pétreas graníticas funerarias existentes en el lugar, es aún ha fecha actual –mayo 2017- una incógnita, cifrando un estudio de 1922 en más de 600 piezas. Ingente número, que fueron utilizadas para fines más insospechados, como el cierre y separación de fincas, algunas de las cuales están expuestas en el museo arqueológico de Salamanca, otras están en manos privadas y cerca de una treintena de ellas se encuentran bajo la custodia del Consistorial local, unas en el Centro de Interpretación del Duero y otras en la entrada de la iglesia parroquial de San Pedro.
Estelas grabadas sobre el granito local, labradas por un taller epigráfico local, como puede observarse por la uniformidad del conjunto en cuanto a medidas y estructuras de los textos conservados. Decoradas con diferentes motivos alusivos al mundo funerario tanto indígena como romano, en el que predominan las ruedas de radios curvos, las escuadras y las arquerías, con sencillos epígrafes de carácter mortuorio y textos funerarios muy someros.
En su rico patrimonio religioso destaca la ermita del Santo Cristo de la Misericordia y la iglesia parroquial de San Pedro Apóstol. Enclavada en el cerro de San Pedro, en la parte más alta de la localidad, fue capilla del castillo feudal, iglesia parroquial y cementerio. Obra de transición entre el arte románico y el gótico, su construcción data de los siglos XII y XIII, en sillería de granito, con cabecera cuadrangular, ancha nave de cinco tramas, espadaña y tres portadas.
En ella destaca el retablo churrigueresco de su altar mayor, cuyo centro lo ocupa la talla del Santo Cristo de la Misericordia, del siglo XIII, de estilo románico y caracterizado por un inusual realista, con su tobillo roto, el brazo izquierdo desgarrado y el pliegue de la ropa. Cristo que cuenta con Cofradía propia desde 1868, que celebra su fiesta y procesiona cada último domingo de mayo.
En el centro de la localidad, cuya obra se inició en el siglo XVI, sufriendo ampliaciones y rehabilitaciones en siglos posteriores, se encuentra la actual iglesia parroquial de San Pedro Apóstol.
Edificación en sillería de granito, estilo gótico, planta de cruz latina rectangular y cabecera cubierta con bóveda de crucería estrellada, en la que destaca el retablo de su altar mayor del siglo XVII, presidido por San Pedro Apóstol, flanqueado por las tallas de la Inmaculada y María Auxiliadora.
Camino del cerro, alrededor de la ermita y diseminadas por el cerro, se encuentran las cruces que componen el Calvario de la localidad, otra de las referencias religiosas de la localidad.
El otro elemento religioso representativo es el monumento al Sagrado Corazón de Jesús. Ubicado en lo más alto del pueblo, en el lugar ocupado en su día por el antiguo castillo, es una escultura de 3 metros de alto obra del escultor vallisoletano Ramón Núñez en 1929, sobre un pedestal de granito arrastrado hasta la cima por los vecinos.
En cuanto a su patrimonio civil, varias construcciones son dignas de mención, el edificio consistorial es uno de ellos. Ubicado en la plaza de la Constitución, se trata de un edificio histórico, construido en 1790 durante el reinado de Carlos V, que albergo también la cárcel municipal, coronado por la torre del reloj, que sigue marcando el paso del tiempo con sus campanadas.
Restaurado entre los años 2001 y 2004, consta de dos plantas, la primera dedicada a archivo y sala de plenos, mientras que en la segunda se encuentran los despachos municipales. En su fachada destaca el escudo municipal, compuesto por una rama de hinojo, la bandera representativa del baile del pueblo y bandas de los ríos Águeda y Duero, y la placa que conmemora su edificación.
Enfrente del mismo se ubica el conocido como el Corralito. Edificación de una única planta con pórtico y columnas, cuyo origen ubican en la actual ermita del Santo Cristo, y lugar dónde se celebraban los cabildos.
El pueblo cuenta con diferentes edificaciones tipo casonas y otros edificios de considerable antigüedad, de arquitectura popular.
Otras referencias patrimoniales se encuentran en las inmediaciones de la localidad. La fuente del Obispo, medieval; la fuente romana del Gejo y el puente de la Molinera, romano sobre el río Huebra, de tres arcos, forman parte de las mismas.
El municipio y localidad fue lugar de un importante asentamiento judío en los siglos pasados, estando ubicado en el centro de la misma, en el entorno de la iglesia y el Ayuntamiento, el barrio judío. En él aún son visibles en algunas de las casas, las marcas que identificaban como nuevos cristianos a sus residentes.
Otros restos de su pasado se encuentran diseminados por el pueblo, como la piedra con inscripciones dedicadas al Dios Mercurio, el Dios del Comercio, que en su momento se ubica en la alhóndiga, lugar dónde se almacena y comercializaba el grano del municipio, datada en los siglos XVII y XVIII.
En base a toda su riqueza patrimonial religiosa y civil, y dado el terrible despoblamiento al que está sometido el municipio, y con la intención de buscar fórmulas novedosas e innovadoras de atraer visitantes y turistas generadoras de riqueza, el Ayuntamiento ha puesto en marcha la iniciativa de declararlo “Pueblo museo”, con el fin de publicitarlo, dar a conocer su historia, su paisaje y paisanaje desde una perspectiva distinta, atractiva y global.
Para ello parten de la idea global que el pueblo en sí es todo un museo, y que se escenifica en el centro de recepción de visitantes y multiusos, en el que se realizan actividades y exposiciones de todo tipo.
Y en el Centro de Interpretación del Duero, ubicado en las antiguas escuelas, que cuenta con tres salas. La histórica, en el que se exponen gran parte de las estelas romanas de propiedad municipal; la joven compuesta por colecciones varias de elementos de mitad del siglo anterior y la etnográfica, compuesta por donaciones de muebles, útiles, maquinaria y herramientas domésticas y de labranza.
Una importante parte de su espacio es ocupado por dos grandes maquetas de trenes, que ponen en valor la importancia de la línea férrea que estuvo en funcionamiento entre 1887 y 1985, y que unía la localidad española de Fuente de San Esteban y la portuguesa Barca d´Alva, que formaba parte de la línea Salamanca – Oporto.
Centro que se complementa en el edificio ubicado enfrente, que alberga una reproducción de un aula escolar rural del siglo pasado y una exclusiva colección de mariposas.
Otros bienes inmateriales con los que cuentan son el Neri Reconderis, salmo responsorial del siglo VIII, cantado desde entonces por miembros de una misma familia, cada Viernes Santo. Y el “baile de la bandera”, que se celebra en la festividad de San Juan. Baile de mofa y libertad, que rememora el alzamiento del pueblo contra el señor feudal el 24 de junio de 1441, quién entre otros derechos ejercía el de pernada con las mozas recién casadas el día de su boda. Ese día el pueblo tomó el castillo, provocando la huida del señor e hizo ondear una bandera en señal de victoria. Bandera que al día siguiente recorrió el pueblo a modo de trofeo, y cuya recreación se realiza anualmente, al son de la música de gaita y tamboril, en el abanderado baile la bandera ante el alabardero, que representa al corregidor con el sable.
El municipio cuenta con un sector primario como uno de sus sustentos, datado ya en sus primeros pobladores, los vetones. Contando con una cabaña ovina y vacuna de gran importancia, que suministra de materia prima a las dos queserías asentadas en el mismo: Felipe
Hernández Vacas y Cynara.
Para el impulso de ambas actividades, la comercial y turística, el Ayuntamiento ha puesto en marcha en el año 2004 la “Feria internacional del queso”, que se celebra con gran éxito cada primer fin de semana de mayo, y que goza de gran éxito con un alto número de participantes y expositores. Habiéndose celebrado los días 7 y 8 de mayo de 2017, su decimocuarta edición, en el que han participado un total de 77 expositores, de los que 37 han sido queserías.
Y en el que desde el año 2002 forma parte de sus actividades el “Concurso de corte de queso”, singular concurso único en territorio nacional.
Por su ubicación es el lugar ideal de descanso y de prácticas deportivas en familia, con una amplia oferta de rutas en naturaleza, tanto de senderismo como en bicicleta. Como municipio, está integrado en el Parque Natural de los Arribes del Duero, estando parte del mismo declarado como Reserva de la Biosfera y Zona de Especial Protección para las Aves.
En cuanto a las infraestructuras turísticas, la capital municipal cuenta con varios bares, y el municipio con varias casas de turismo rural y el importe complejo turístico de Aldeanueva de Duero. Complejo que ha habilitado, en el año 2005, el poblado levantado por la firma eléctrica Iberdrola con motivo de la construcción del salto y central eléctrica de Saucelle en el río Duero, en la frontera con Portugal, en el que llegaron a vivir 2500 personas. Sus más de 188.000 metros cuadrados, el complejo cuenta con un hotel de 4 estrellas, hospedería y 26 casas rurales con parcela, iglesia y equipamientos como piscina, campo de fútbol, pistas deportivas y otros complementos de ocio.