La existencia del orujo y de su elaboración en la comarca cántabra de la Liébana, se remonta a la Alta Edad Media, como constatan los cartularios de los monasterios allí existentes.
El legado de su elaboración ancestral se ha mantenido a lo largo del tiempo a través de la sabiduría popular. Método consistente en la destilación de los hollejos, raspones y pepitas que quedan del pisado de las uvas para obtener el mosto y posterior vino, en la alquilara de cobre durante 12 horas, tiempo necesario para una lenta condensación que da lugar al aguardiente de orujo con un 52 por ciento de alcohol.
Con el objetivo de mantener viva la tradición elaboradora, se celebró por primera vez en Potes la “Fiesta del orujo de Liébana” en 1984 por iniciativa de un grupo de lebaniegos. Fiesta que se repitió en 1985 y que fue suspendida durante los siguientes nueve años debido a la entrada en vigor de la legislación que prohibía la destilación casera o en alquitaras móviles.
En 1994 la Agencia Tributaria, dependiente del Ministerio de Economía, atendiendo a las especiales características lúdicas, culturales y turísticas de la Fiesta concedió de forma excepcional al Ayuntamiento de Potes, organizador de la misma, el permiso oportuno para su desarrollo.
Desde entonces cada segundo fin de semana de noviembre, la capital lebaniega acoge los actos culturales, charlas, coloquios, manifestaciones folclóricas y degustaciones por las calles, que conforman el amplío programa festivo.
Y así los días 11, 12 y 13 de noviembre de 2016 la villa acogió las bodas de plata de la peculiar Fiesta, declarada “Fiesta de Interés Turístico Nacional” en el año 2012.
El sábado fue su día grande, con la recepción en la mañana de la “Orujera Mayor” de la edición, que recayó en la montañera, alpinista y empresaria Edurne Pasaban. Acto que tuvo lugar en el salón de plenos del Ayuntamiento, con la presencia de autoridades de la Comarca, diputados autonómicos, Consejeros, así como todos los miembros de la corporación, encabezados por su alcalde, Javier Gómez y del Consejero de Innovación, Industria y Turismo del Gobierno de Cantabria, Francisco Martín.
Pasaban fue nombrada no sólo por su trayectoria deportiva como ejemplar alpinista, siendo la primer mujer en el mundo en alcanzar los catorce “ochomiles” del planeta, sino también por ser un ejemplo de superación, humildad y trabajar, así como por compaginar su actividad deportiva, con otras facetas profesionales y empresariales. Ingeniera técnica industrial, es conferenciante a nivel nacional e internacional, empresaria de hostelería y turismo rural y promotora y patrona de la “Fundación Montañeros por el Himalaya Edurne Pasaban” que agrupa a montañeros solidarios con los niños y niñas de las montañas del Nepal, Pakistán, Tibet, India y Bhután, con la esperanza de abrir una vía a la educación.
El alcalde anfitrión le transmitió el cariño, respeto y admiración que los lebaniegos le profesan y aseguro que todos sus convecinos se empeñarán en que se vaya sintiéndose una lebaniega más.
Por su parte el Consejero, le agradeció que aceptase el nombramiento y le solicitó que ejerciese de lebaniega y de embajadora del orujo allá donde fuese, a la vez que la definió como un hito heroico, que posee tanto valores personales como deportivos, destacando su capacidad de superación y liderazgo, así como su modestia y espíritu de sacrificio, valores que entroncan con el carácter de los lebaniegos.
Antes de firmar en el libro de honor del Ayuntamiento, Edurne afirmó que pensar en Liébana es pensar en las montañas, reconoció haber pasado muchas veces por Potes pero también parar las menos y se comprometió a hacer lo mejor posible su papel de embajadora del orujo y de Liábana, a que volvió muchas veces gracias a sus gentes.
A su salida fue recibida por los grupos folklóricos al son de la gaita, antes de comenzar el desfile por el centro de la villa.
Desfile de grupos folklóricos, representantes de las Cofradías Enogastronómicas y autoridades, hasta la torre del Infantado, dónde se cursó visita a la exposición permanente “El cosmos del Beato de Liébana”, y en cuyas escaleras se hizo la foto de familia del evento.
Cofradías Enogastronómicas invitadas por el Ayuntamiento local a través de la anfitriona Cofradía del Aguardiente de Orujo y Vino de la Liébana, encabeza por su presidente Enrique Cueto. Y en la que el Principado de Asturias, estuvo representada por el Círculo Gastronómico de los Quesos Asturianos, en las personas de Javier del Valle y José Luis Suárez, secretario y vocal y por María José Fernández, cofrade de la Cofradía del Quesu Gamoneu.
El programa incluyó una comida de hermandad a base del tradicional cocido lebaniego en honor de la Orujera Mayor, quien recibió cantos en su honor, en la sobremesa.
A cuya conclusión tuvo lugar un nuevo desfile, en esta ocasión hasta la plaza de la Serna, dónde se encontraba la carpa que acogió los puestos de las nueve destilerías participantes en el evento y el
escenario dónde se desarrollaron buena parte de la programación festiva.
En él, la guipuzcoana que ya forma parte del alpinismo mundial, fue nombrada “Orujera Mayor” de la veinticinco edición de la Fiesta, recibiendo los distintivos –diploma y alquitara- que la acreditan como tal, arropada por todos los cofrades de la Cofradía anfitriona.
Acudiendo seguidamente a encender el fuego de la alquilara que destilería el preciado líquido blanco, que horas más tarde sería repartido entre el numeroso público asistente a la peculiar fiesta de un producto ancestral de la comarca y convertido en la actualidad en uno de sus motores económicos.
La Fiesta también acogió la cata ciega realizada por un jurado compuesto por catadores especializados y profesionales, seleccionado y dirigido por Javier Hernández Sande –presidente de la Academia de Gastronomía de Cantabria- que catalogó al mejor orujo del año, al de la destilería Picos de Cabariezo, que se alzó con la “Alquitara de Oro”.
Destilería que junto con las de Diosanjana, El Coterón, El Marrubio, El Traviesu, Mariano Camacho, Martínez de Cos, Peñasagra, Sierra del Oso y Valle de Bedoya, tuvieron su puesto en la carpa, dónde vendieron chupitos de orujos, cuya recaudación fue donada para fines benéficos.