Cuando se habla de Segovia se la suele relacionar con su Acueducto, su Catedral, su Alcazar y sus asados de cochinillo y lechazo. Sin embargo esta provincia limítrofe con las provincias de Ávila, Burgos, Guadalajara, Madrid, Soria y Valladolid, guarda en sus entrañas grandes tesoros naturales y monumentales de variados tipos a lo largo y ancho de su geografía, que bien merecen una visita detenida para disfrutar de toda su riqueza.
Las cifras de la provincia, estadísticamente hablando, la sitúan en el ranking más bajo de entre las 52 que conforman la nación española. Por extensión sus 6.796 kilómetros cuadrados la sitúan en el puesto 37; con sus 164.169 habitantes (censo de 2014) es la tercera menos poblada sólo por delante de Teruel y Soria; en aportación al PIB nacional ocupa el puesto 46; por visitantes es la 30 y curiosamente en número de municipios es la 17 estando compuesta por 209 municipios. Sin embargo si realizamos un análisis histórico, patrimonial, artístico y cultural su riqueza es inmensa, y haciendo extensiva la misma a Castilla y León, es perfectamente explicable como esta Comunidad española es la región mundial con más bienes culturales con el distintivo de Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
El casco antiguo y el Acueducto de Segovia cuentan con el distinto de Ciudad Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde 1985. Su Acueducto del año 50 d.C., -símbolo de la ciudad- el Alcazar del siglo XI, la Catedral gótica de Santa María del siglo XVI, las murallas, sus múltiples iglesias románicas y góticas, sus históricos conventos y monasterios, sus espléndidos palacios y casas solariegas bien merecen dicho distintivo y justifican una estancia de varios días para su disfrute, y los miles de turistas que a ella acuden anualmente.
Pero Segovia es mucho más que su capital. Los Reales Sitios que forman el palacio de San Ildefonso (conocido como La Granja) con sus jardines y fuentes, las ruinas del palacio de Valsaín y el palacio de Riofrío con su museo de caza; la medieval villa de Pedraza o la pintoresca y monumental villa de Sepúlveda son otras referencias para el visitante de la provincia. Sin embargo otras zonas y villas gozan de menos prestigio y reconocimiento inmerecidamente y entre ellas el norte de la provincia se lleva la palma, pueblos con monumentos en perfecto estado de conservación que guardan en sus entrañas buena parte de la historia de Castilla y de España, y en los que para el visitante es fácil trasladarse al medievo y la forma de vida existente por entonces.
El arte mudéjar, fenómeno exclusivamente hispánico que tiene lugar entre los siglos XII y XVI, como mezcla de las corrientes artísticas cristinas –románicas, góticas y renacentistas- y musulmanes de la época, tiene claras manifestaciones en la provincia, dónde se ha desarrollado el denominado "románico de ladrillo". El Alcazar de Segovia, el castillo de Coca, la iglesia de San Esteban en Santa María la Real de Nieva, así como otras siete u ocho iglesias diseminadas por distintos pueblos componen su patrimonio en este arte, a los que hay que sumar los existentes en Cuéllar, foco más numeroso de Castilla y León en este arte.
La villa de Cuéllar en el noroeste de la provincia, a medio camino entre la capital y Valladolid, de las que dista 60 y 50 kilómetros respectivamente, segunda población con más habitantes de la provincia, conserva un importantísimo patrimonio arquitectónico. Su castillo, dos recintos amurallados, casas nobles blasonadas, un conjunto único de iglesias mudéjares, el parque arqueológico, su arquitectura popular, la contar con los encierros de toros documentados más antiguos de España –mencionados ya en el año 1215- y un entorno rodeado de la mayor masa de pinares de Europa que la definen como "isla mudéjar en un mar de pinares", hacen de la misma una visita obligada.
Su monumento más emblemático es su gran castillo, Monumento Artístico Nacional desde 1931, mezcla de distintos estilos arquitectónicos que abarcan desde el siglo XIII al XVIII, convirtiéndose en el siglo XVI en suntuoso palacio del Ducado de Alburquerque, y cuya puerta sur es un buen ejemplo del arte mudéjar. Testigo de una buena parte de la historia de España, ejemplo de las fortalezas castellanas, bien restaurado después de años de destinarse a usos varios, incluido el de prisión (1938 a 1966) en la actualidad alberga un centro de enseñanza y el archivo de los Alburquerque.
Las visitas organizadas teatralizadas desde 1997 que se desarrollan en el mismo, con distintos personajes históricos contando sus batallas, historias o los sufridos trabajos que se realizaban durante la Edad Media, trasladan de una forma muy acertada al visitante a un tiempo pasado.
Escenificación de Mencía de Mendoza y Luna, defendiendo el honor de su marido ante los ataques que sufre por sus hijos bastardos, en el castillo de los duques de Alburquerque.
En la villa fueron construidas en un solo siglo más de una decena de iglesias mudéjares, siendo el ladrillo el principal protagonista en portadas, ábsides y torres. Las iglesias de El Salvador, San Andrés, San Esteban –con sus sepulcros policromados y esculturas de alabastro-, San Martín, San Miguel, Santa Marina, Santiago, la Santísima Trinidad o Santo Tomé; las puertas de San Andrés y San Basilio en las muralla; el palacio de Santa Cruz o el de Pedro I el Cruel, conforman su conjunto único de arte mudéjar, que se complementa con el "Centro de interpretación de arte mudéjar" ubicado en la iglesia de San Martín, y que es pionero en España. En él a través de la imagen, la música y la palabra, se puede comprender un arte, participar en su construcción y comprobar como convivían el siglo XII las tres culturas existentes: cristiana, judía y musulmán.
Ábside de la iglesia de San Esteban, en Cuéllar.
Continuando por el norte de la provincia, a poco más de 30 kilómetros de Cuéllar, se encuentra Fuentidueña. Este minúsculo municipio de 50 kilómetros de extensión y 159 habitantes, es uno de los mayor raigambre histórica de la provincia, poderoso enclave en un pasado como sede de un condado y cabecera de una de las sesenta y dos comunidades de Villa y Tierra, que surgieron de la organización política para repoblar las tierras conquistadas por el Reino de Castilla a Al-Ándalus entre los siglos XI y XII.
Asomada al río Duratón, que la atraviesa, toda la villa está declarada Bien de Interés Cultural, en categoría de conjunto histórico, al igual que varios de sus monumentos lo son a título individual. Con pasado celtibero, romano, visigodo y musulmán, ejemplo de la convivencia muliticultural, fue villa-corte de diversos monarcas castellanos, siendo el atractivo conjunto que forma en la actualidad su población el fiel testimonio de su pasado histórico y al igual que en Cuéllar visitas teatralizadas trasladan al viajero a tiempos pasados, emulando a los antiguos juglares castellanos.
En su cerro destacan los pocos restos de lo que fuera su castillo, así como algunas muestras de su recinto amurallado con las puertas de acceso del Palacio, de la Calzada y de Alfonso VIII, y en su parte superior una necrópolis excavada en roca, con sepulturas antropomorfas de cronología medieval. Las ruinas del hospital de la Magdalena; la iglesia de Santa María; la arruinada de San Martín cuyo ábside fue vendido en la década de los cincuenta del siglo pasado por el Gobierno español al Museo Metropolitano de Nueva York y hoy expuesto como uno de sus mejores ejemplares en el Museo de los Claustros; la románica de San Miguel, en perfecto estado de conservación y sin duda uno de las mejores de la provincia y el palacio de los Condes de Montijo del siglo XVII componen su conjunto patrimonial.
La capilla de este último palacio, construida en 1717 siguiendo el modelo de la del palacio Real de Madrid, una de las mayor magnitud de las barrocas de la provincia, fue rehabilitada en el año 2008 y forma junto con el resto del primitivo palacio la "Posada Real Palacio de los Condes" un complejo hotelero de 12 habitaciones, en el que el respeto al patrimonio artístico ha primado en su rehabilitación para el disfrute del viajero.
Exterior de la espléndida iglesia de San Miguel de Fuentidueña.
De Fuentidueña el río Duratón –afluente del Duero- va descendiendo y en su curso medio forma sus hoces y cañón durante 27 kilómetros, que han sido declaradas Parque Natural en 1989, en atención a la importancia de sus ecosistemas naturales y valores paisajísticos en sus más de 5000 hectáreas y en los que habita la colonia de buitres leonados mayor de Europa. El punto neurálgico del Parque es la monumental Sepúlveda y existe un itinerario para senderistas –apto en un 90 % para bicicletas de montaña- que permite el contacto con la naturaleza en estilo puro complementado con lugares de gran interés patrimonial e histórico.
A ocho kilómetros de Sepúlveda se encuentra el castillo de Castilnovo, de origen árabe levantado en el siglo XII por los Reyes de Aragón sobre un asentamiento del siglo VIII, declarado monumento de interés cultural en 1931, y que en otros fue propiedad de don Álvaro de Luna y de los Reyes Católicos. Ubicado curiosamente en un frondoso valle arbolado, cuenta con una mezcla de estilos arquitectónicos y decorativos, en el que el mudéjar-toledano comparte estilos árabes, isabelinos y neoclásicos, en sus 5.900 metros construidos.
En la actualidad sus 130 hectáreas pertenecen a la Asociación Hispano-Mexicana Castilnovo, S.A. que lo ha reconvertido en el año 2011 en un alojamiento de lujo que cuenta con 18 habitaciones y en sede de la Fundación cultural hispano-mexicana, uno de cuyos fines es promover la cultura mexicana en España y profundizar en los vínculos existentes entre ambas culturas. El complejo alberga en la primera planta del castillo una muestra museística y cultural variada; anexo al mismo las espléndidas bibliotecas mejicanas y españolas con 13.000 y 18.00 volúmenes respectivamente; y en su exterior los museos de la Charrería –folklore rural mexicano- con más de 700 piezas y el de la Virgen de Guadalupe con cerca de un millar de piezas.
Cara norte del Castillo de Castilnovo.
El recorrido por el norte segoviano, concluye en Ayllón, municipio y villa ubicada más al noroeste de la provincia, limítrofe con Soria y distante 94 kilómetros de la capital. Esta villa medieval con apenas 1.000 habitantes, fue declarada en 1973 Conjunto Histórico Artístico. Habitada por celtíberos, godos, visigodos y musulmanes, personajes como los reyes Alfonso VI y Fernando IV, el Cid Campeador o San Francisco de Asís y Santa Teresa de Jesús, han dejado su impronta en un enclave donde naturaleza, arte e historia hacen que el viajero beba de las aguas del medievo más histórico.
El puente románico sobre el río Aguisejo; la entrada por el Arco –seña de identidad de al villa- y única puerta que se conserva de la muralla; el palacio de Contreras; la Plaza Mayor porticada presidida por el actual edificio consistorial y antiguo palacio de los marqueses de Villena; las iglesias románicas de San Miguel, San Juan y San Nicolás; la casa de la Torre; la iglesia de Santa María la Mayor; el palacio de la Emperatriz María Eugenia de Montijo; la casa del Águila; el antiguo convento de las Concepcionistas o las ruinas del convento de San Francisco fundado por San Francisco de Asís en 1214; sus casas blasonadas y otras que escenifican la arquitectura rural medieval, forman un conjunto único del que el viajero queda prendado y a cuya historia le acercaran las visitas teatralizadas de las que también dispone la villa.
Y todo ello bajo el cerro del castillo, en el que aún son visibles los "paredones" -viejo tapial árabe perteneciente a las murallas- y las ruinas de la iglesia de Santiago, que incorporo la antigua torre-vigía de piedra musulmán con sus almenas, denominada la Martina, que se mantiene en pie altiva y vigilante y desde la que se divisa toda la panorámica de la villa.
Digno es de reseñar la apuesta realizada desde 1979 por el Ayuntamiento impulsando las becas a artistas pictóricos y escultóricos, con el empresario y concejal Teodoro Nieto Antón como uno de sus impulsores y mecenas, que cada mes de agosto plasman en sus obras las impresiones que la villa les transmiten y realizan una exposición conjunta con sus obras. Importantes artistas contemporáneos han gozado de estas becas, que han dejado un fondo artístico compuesto en la actualidad por 370 obras pictóricas y 160 esculturas, que forman el Museo de arte contemporáneo ubicado en el otro edificio histórico, el palacio Obispo Vellosillo del siglo XVI.
La Martina luce altiva en el cerro sobre Ayllón.
Si historia, monumentos, naturaleza y paisaje, como se ha visto, es importante en la provincia de Segovia, no lo es menos su riqueza gastronómica y enológica. Su orografía a caballo y mezcla de la meseta castellana y las sierras montañosas del Guadarrama y Somosierra, le confiere un espacio ideal para la ganadería y agricultura.
Considerada como el centro del asado castellano, el cochinillo y el lechazo, asados en horno con leña de encina o roble y encendido el mismo con sarmientos y cerillas, son sin duda sus dos grandes referencias gastronómicas, con predominio del cochinillo en la capital y del lechazo en el resto de la provincia. Los judiones de La Granja; los frutos de su rica y variada huerta, en la que sobresale la producción de achicoria en Cuéllar y el ajo de Vallelado; la riqueza micológica de muchos municipios; su producción cerealista; la chacinería del cerdo en la que sobresalen los chorizos de Cantimpalos; las tortillas con tocino de cerdo; las truchas; los cangrejos de río y su amplia repostería, en la que destacan el ponche segoviano, las rosquillas, los mantecados y la torta de chicharrones son parte de su amplia gastronomía.
Aunque no está considerada como una de las grandes zonas ecoturísticas de España, pocas provincias pueden presumir de tanta variedad vitivinícola en tan poco territorio, pudiendo afirmarse que no hay rincón donde no se cultive la vid, de norte a sur y de este a oeste, siendo 25 bodegas las existentes en la actualidad. Se pueden distinguir tres grandes zonas de importancia vinícola con Denominación de Origen Protegida: Rueda, en el noroeste de la provincia y la de mayor tradición con ocho bodegas productoras; Ribera del Duero, en el extremo norte con solo dos bodegas; Valtiendas, la más joven, situada en el extremo norte y con seis bodegas acogidas; a ellas hay que sumar las nueve bodegas acogidas a Vino de la Tierra de Castilla y León diseminadas por la geografía segoviana.
Teodoro Nieto, empresario de la Tenada del Chispano, en Ayllón, sacando el lechazo del horno.