Siempre que a nuestras pantallas llega cine de Dinamarca, o nórdico en general, solemos extrañarnos un poco. Afortunadamente, cada vez menos. Dejando atrás la considerada mejor película danesa de la historia, y todo un símbolo, “Ordet (La palabra)”, estamos viviendo desde los años 90 un auge del cine danés con el polémico director Lars Von Trier como cabeza visible. Otra de las directoras de referencia de la nueva ola danesa es Sussane Bier autora entre otras de “Hermanos”, “Después de la boda”, “Te quiero para siempre” o “En un mundo mejor” y que ha estrenado en España su última película “Amor es todo lo que necesitas” la cual ha llegado afortunadamente hasta las pantallas asturianas.
La película supone un cambio de registro en la filmografía de la directora. Nos encontramos ante una comedia familiar con toques eventuales de drama. Ida es una mujer que está superando un cáncer y se encuentra al final del tratamiento de quimioterapia. Su marido decide dejarla tras varios años de infidelidad por una chica mucho más joven que él. Por su parte Phillip (Pierce Brosnan) es un exitoso ejecutivo inglés que afincado en Dinamarca. Vive encerrado en sí mismo desde la pérdida de su esposa. Uno de los damnificados por este distanciamiento del resto del mundo es su propio hijo. A pesar de sus tres meses de relación y de que ni siquiera sus familias se conocen, Astrid (la hija de Ida) y Patrick (el hijo de Phillip) deciden casarse en Italia. Este será el punto de partida para el romance entre Ida y Phillip y para descubrir qué hay detrás de cada uno de los personajes.
La película muestra una visión optimista de la vida, como su directora nos deja claro desde el primer momento de la cinta con la fotografía empleada, en la que destaca la vivacidad de los colores que vemos en pantalla. A pesar de contar una historia mil veces vista en el cine hollywoodiense, se agradece la inteligencia con la que se trata la trama procurando no caer en todos los clichés típicos del género. Quizá Susanne Bier, tan acostumbrada a hacer dramas de bastante dureza, ha aprovechado para tratar de mantener el pulso firme y no caer en una sensiblería ñoña. De todas formas, adolece un poco de este pecado en su parte final. Su banda sonora rinde homenaje a Italia a través del estupendo Dean Martin de la misma manera que lo hacen los estupendos planos panorámicos de los que podemos disfrutar. Esta mezcla de la música con el festivo homenaje al país trasalpino nos recuerda a las transiciones utilizadas por Woody Allen en “Desde Roma con amor”. Con alguna que otra escena cómica notable y unos actores principales solventes (destacando la actuación de Trine Dyrholm en el papel de Ida) que dan veracidad a la película, la historia está contada con un ritmo ágil y a la vez sobrio.
Lo dicho, a pesar de ser una película que no nos sorprenderá en cuanto al contenido pues tenemos múltiples ejemplos en el cine estadounidense, sí que es interesante por su forma descubriéndonos que hay más formas en el cine de tratar las historias que a las que estamos más acostumbrados.