"Children of Sarajevo" es una película bosnia que se presentaba en Gijón con la Mención Especial del Jurado de Cannes 2012 "Un certain regard".
Sarajevo, ciudad que sufrió La Guerra de los Balcanes, está sumida actualmente en plena posguerra. En este escenario se encuentra Rahima, una mujer de 23 años que vive con su hermano Nadim. Huérfanos, Rahima es una mujer hecha a sí misma que tras salir del orfanato comenzó a ganarse la vida para ser capaz de sacar también de allí a su hermano y poder así tenerlo a su cargo. Lleva el velo por voluntad propia, ya que ha encontrado un refugio espiritual en el Islam, afronta con estoicismo su escaso sueldo en un restaurante (con un jefe acostumbrado a tratar a sus empleados cómo quiere) y una trabajadora social que supervisa periódicamente el bienestar de su hermano. Nadim es un adolescente en plena crisis de pubertad que se ve sometido a una situación de acoso escolar y peleas. Su rebeldía, propia de la edad pero también de una familia desestructurada, se manifiesta en el trato distante con su hermana y también se verá reflejada en el comienzo de actividades delictivas fruto de las compañías mafiosas con las que empieza a mezclarse. Estas actividades serán descubiertas por su hermana a raíz de la pelea que el joven tiene con el hijo de un ministro en la que le rompe el móvil. Su padre exige a su hermana que le compre otro móvil idéntico, haciendo gala de la prepotencia que da sentirse poderoso en un país corrupto, ésta será la circunstacia de partida para mostrarnos la relación fraternal que aunque la veamos en todo momento más como materno-filial con las tensiones propias de la adolescencia, acabará desembocando en el amor incondicional que se tienen esta familia de supervivientes en la que sólo se tienen el uno al otro.
Durante la película se intercalan imágenes reales de la guerra que mantienen presente cuales son las secuelas del conflicto bélico como la vida que llevan estos "hijos de la guerra". La fotografía con predominacia de tonos grises está en concordancia con la situación actual que viven los habitantes de Sarajevo para los que el futuro se vislumbra encapotado. No existe música en este relato realista pero sí un constante ruido ambiente del quehacer diario porque a pesar de la crisis de valores actual sigue existiendo vida, mujeres como Rahima que en un mundo injusto, corrupto y sin ética decide aceptar de antemano la derrota y vivir de manera acorde con sus principios morales. Los largos planos secuencia cámara en mano nos introducen en la escena viendo lo que ve la protagonista. Un acierto narrativo de su directora Aida Begic quien de manera sobria, sin intención de conmover al espectador, presenta la realidad tal y cómo es percibida.
Una película que ofrece una mirada escéptica sobre el futuro de la situación actual en la que vivimos en donde los dirigentes roban al pueblo para dárselo a los poderosos, nos dejamos llevar por la falta de solidaridad ciudadana y el imperio de la creación de riqueza a toda costa triunfa. Una realidad que no debería de resultarnos ajena como tampoco la actitud de dignidad de Rahima quien viéndose en una situación ante la que nada puede hacer para cambiar lo que le sucede, decide no dejarse llevar jugando a su juego y optar por plantar cara ante la tiranía. Una heroína que nos demuestra el camino de la integridad como forma de vida.