No era el momento de hablar de alineaciones o sistemas. Era la tarde en la que el oviedismo volvía a reivindicarse como un sentimiento de Champions. Llegaba el Real Madrid al Carlos Tartiere y lo hacía diez años después. Nada más pisar el coliseo ovetense José Mourinho miró a derecha a izquierda... Y luego, con un gesto sorprendido, lo hizo hacia arriba. No dijo nada el portugués, su gesto era de sorpresa. La misma con la que Di María, caminando por las entrañas del estadio preguntaba la categoría en la que militaba el Oviedo. Su gesto de sorpresa se vio multiplicado por dos cuando alguien le dijo: "En Segunda B".

Ni el estadio, ni la afición merecen estar en esta categoría, como quedó demostrado en el primer partido de la pretemporada. 17.500 espectadores para ver un choque de estas características hacían que cualquier duda que pudiera tener el actual consejo de administración del Real Oviedo, quedase disipada con un sólo golpe de vista. 7.000 era la barrera para que al club el partido no le saliese 'rana'.

Al margen de lo deportivo, a parte de que Félix Sarriugarte parece apostar por un 4-4-2, o de que el equipo intente tocar desde la defensa abriendo las bandas, el Real Oviedo vs. Real Madrid fue una fiesta para el oviedismo. La afición carbayona volvió a reivindicarse más allá de las fronteras del Principado. Su voz tiene más fuerza que nunca. Ahora sólo falta que el eco de sus gritos resuene dentro de 11 meses.

Fotos: Dawlad