"Ha sido como una bocanada de aire fresco" esa es la frase que más se ha repetido en la últimas horas en el seno de la plantilla del Real Oviedo. La llegada de José Carlos Granero ha sido como una carga de energía extra para un equipo que parecía necesitar motivación. A penas tres sesiones con el nuevo técnico y en el ambiente flota la sensación de que algo ha cambiado.
En lo estrictamente deportivo toca trabajar para afrontar uno de los choque más complicados de la liga regular. No será fácil para Granero debutar ante el Leganés, el segundo clasificado. Por eso el técnico carbayón intenta conocer a los suyos lo antes posible.
Mientras Álvaro Cuello y Cervero trabajaban a parte del grupo -aunque el delantero tuvo minutos en el partidillo- el resto se distribuía en dos equipos. El primero formado por: Quintana, Owona, Mantovani, Trabanco, Cantero, Aitor Sanz, Héctor Simón, Xavi Moré, Señé y Fran Sol (que fue sustituido por Diego Cervero). En el segundo jugaron: Dani Barrio, Chapi, David Fernández, Baquero, Sinchi, Cerrajería, Iván Rubio, Jandrín, Pepe Díaz, Casares y Manu Busto.
Al terminar la sesión, mientras los porteros acababan su trabajo y la plantilla buscaba el camino del vestuario, Granero se reunía en el centro del campo número 4 -y durante quince minutos- con los cuatro pivotes -Héctor Simón, Aitor Sanz, Galder Cerrajería e Iván Rubio-. El objetivo era el de pulir los conceptos, en cuanto a la salida del balón desde el propio terreno de juego.
Foto: Viti Amieva