No está todo perdido. Una sociedad mejor es posible

Ya tenía terminado mi comentario semanal, al hilo de la actualidad que más directamente nos afecta, cuando al abrir el correo electrónico me he tropezado con una carta que me envía una de nuestras colaboradoras que trabaja en uno de nuestros programas sociales en Extremadura. Ella es una mujer luchadora que, a pesar de contemplar la dureza con que transcurre la vida de buena parte de nuestra gente, nunca ha tirado la toalla ante las adversidades.

 

María ―permítanme que la llame así porque este no sea su nombre― ha leído nuestra última noticia de alcance relacionada con la denuncia que ha hecho otra gitana de gran valía, que durante alguna legislatura pasada ha sido concejal del ayuntamiento de la capital, Jaén y que ahora pone en entredicho la marginación y el abandono que están sufriendo los niños gitanos del barrio de la Magdalena. Carmen Carrillo, que este sí que es su nombre verdadero, ha dicho que en Jaén hay colegios guetos “En concreto el de aquí tiene el 100% del alumnado gitano y han sufrido una clara discriminación con respecto a los alumnos no gitanos de otros colegios. Conocemos de primera mano como el resto de alumnos tuvieron materiales, libros y equipos informáticos desde la semana siguiente al decreto del estado de alarma mientras nuestros niños no dispusieron de esos materiales. (…) Los niños tienen problemas de obesidad porque comen galletas y comida rápida, les faltan frutas y verduras en su dieta y esto va entorpecer su crecimiento. Una infancia que está sufriendo con una diferencia enorme con el resto de la sociedad. Están sin atención.”

 

La noticia completa pueden leerla pulsando aquí

 

Pero no está todo perdido porque en esta España nuestra, que tanto nos duele, aún quedan muchas personas, como María, que nos animan a seguir en la brecha

Este es su testimonio: “Buenas tardes, Juan de Dios.      

Me he quedado helada leyendo la noticia de Jaén. Hay una tremenda verdad en toda esa noticia. Lamento desde lo más profundo de mi alma la situación de Jaén.       

Gracias a Dios, aquí, en Villajerte, eso no ha sucedido. Las familias más necesitadas, que han sido muchísimas, han tenido ayudas de los Servicios Sociales, de Cáritas y de la Cruz Roja que de alguna manera han paliado la situación con el pago de facturas, bombonas de butano y el servicio de comedor de los colegios.     

 Además, nuestra organización, Unión Romaní de Villajerte, ha estado ahí, día y noche tramitando telemáticamente ayudas y prestaciones que no podían realizar presencialmente. Nos han concedido, decenas y decenas de ellas. Hemos trabajado incansablemente para que sufrieran lo menos posible. Todo el sufrimiento no lo hemos podido evitar. Porque hemos pasado mucho, Juan de Dios, muchísimo.      

No teníamos certificado electrónico para poder hacer ciertos trámites, pero escribimos a la Seguridad Social, y le dijimos que trabajábamos en una ONG, Unión Romaní, y que nuestras gentes vivían en barrios periféricos y carecían de recursos informáticos. Que por favor aceptaran las fotos que me hacían del DNI, y la documentación que les mandaba por WhatsApp. En nuestra lucha diaria, nos encontramos con gente muy buena, de todos los organismos. Gente que valoró nuestro trabajo y lo reconocieron.      

También durante estos días han nacido niños, Juan de Dios, que necesitaban asistencia médica. Pues solicitábamos la asistencia gratuita sanitaria y así pudieron tener a su pediatra. Igualmente hemos pedido la prestación por hijos a cargos, así como el que pudiera corresponderles por familias numerosas. Esto nos ha permitido pedir otras ayudas. En fin, hemos sacado dinero debajo de las piedras. Prestaciones que ni yo sabía que existieran. Pero nuestra odisea no termina aquí. Quedaba buscar recursos para garantizar que las familias pudieran alimentar a sus hijos.      

La escuela era otro muro con el que topábamos. Un gran número de profesores se pusieron en contacto conmigo porque no localizaban a estas familias.  Con algunas tenían contacto y a través de la aplicación de Telegram y la plataforma educativa de Extremadura, Rayuela. Pero eso era muy complicado para ellos. Así que WhatsApp se hizo nuestro aliado. Los niños me mandaban los deberes a través de fotos, y nosotros a través de videollamadas les ayudábamos en sus tareas para que no se quedarán descolgados. Al menos, los profesores con quienes me he coordinado, eran geniales. Han mostrado mucho interés por los niños. Y han sido más de 30. Muchos días terminaba con ellos a las 12 de la noche. Han respondido la mayoría muy bien. Pero con otros hemos hecho lo imposible por implicarlos. Y con toda sinceridad y franqueza, puedo decirte que la culpa no ha sido solo de ellos. Las trabajadoras sociales, saturadas de trabajo, han hecho lo indecible por resolver sus problemas.      

En fin, Juan de Dios, ha sido muy duro. Hemos sufrido juntos y juntos hemos llorado largas horas por teléfono y por WhatsApp. Pero son estos momentos los que te acercan al dolor de los demás y los haces tuyos. Llevo muchos años trabajando con los gitanos y siempre hemos estado muy unidos. Por eso te digo que esta pandemia ha sellado nuestras vidas, que caminan en paralelo.       

Ahora estamos mejor, con mucho trabajo por delante, pero con el mismo entusiasmo de hace dos décadas. Hemos recibido decenas de llamadas a diario, porque se sentían perdidos. Ahora veo sonrisas en sus rostros. Que duro ha sido, pero que gran satisfacción la de haber dado lo mejor de nosotros.      

Un abrazo, y perdona por extenderme, pero necesitaba que alguien me escuchara, y quien mejor que tú.

 

Una sociedad mejor es posible

 

Me ha parecido oportuno ofrecerles este testimonio. Si quieren ustedes acéptenlo como un bálsamo en medio de tanta tragedia como nos rodea. Parece que una parte de la sociedad se ha vuelto loca. El racismo se ha adueñado de amplias capas de la sociedad sin hacer distinción entre ricos y pobres. En los últimos meses ha brotado en algunas ciudades europeas y americanas un clamor iconoclasta que es consecuencia de la violencia racial con que algunos individuos, servidores del Estado, han actuado abusando de su fuerza contra los más débiles y marginados.      

 

Mientras haya gente como María, y créanme, las hay y son mayoría ―tan solo es necesario que despierten y empiecen a actuar― una sociedad mejor y más solidaria será posible.



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